España, destronada

Italia apeó a España del trono en la caldera de Caserta. La eliminó en las semifinales con toda justicia. El campeón europeo y mundial, muy venido a menos, cayó ante el equipo que puede catalogarse como el otro Brasil -la gran potencia mundial a la que desbancó España-, pues nada menos que diez de los jugadores italianos son nacidos en ese país suramericano y nacionalizados por sus orígenes transalpinos.

Todo parecía indicar que iba a ser más que un partido. La delegación española pidió a la UEFA extremar las medidas de seguridad temiendo al pasional público del sur de Italia, adonde se llevó el campeonato. Tras el partido con Rusia, en la fase previa, aunque lo ganaron, los aficionados rompieron varias vallas y saltaron a la cancha. Incluso el seleccionador, Alessandro Nuccorini, no pudo dirigir a su equipo desde el banquillo tras ser sancionado con un partido por declaraciones previas como "el torneo está preparado para España" o "hubo un acuerdo con Ucrania para clasificarse ambas". El equipo de Javier Lozano goleó, 3-0, a Ucrania, que no se jugaba nada, pero las acusaciones de apaño sólo fueron para calentar el choque.

En el campo, sin embargo, sólo hubo tensión por la presión defensiva de ambos equipos y el italiano fue mejor. Dominó más al principio y España esperó hasta casi la mitad del primer tiempo, en el que Joan perdió una gran ocasión de gol. Pero Italia se recuperó y fue más certera. Marcó Foglia tras un saque de banda con habilidad e incluso pudo lograr otro tanto antes del descanso. En un juego muy cerrado, España no estuvo bien. Hubo demasiados fallos en los pases ante la presión rival y ni Joan ni Kike pudieron salvar al insólito y gordo portero Angelini, al que también le tiraron poco y mal. Pocas veces encontraron posiciones de disparo. La tranquilidad del campeón pasó a convertirse en impotencia.

Italia, en cambio, aprovechó un contraataque y de nuevo Foglia sentenció a falta de ocho minutos. El gol final de Kike, con rebote en la cara de Moratelli ya no sirvió. España volvió a la cura de humildad de la que sólo salió ante Ucrania. Esta vez no hubo chispa como en anteriores campeonatos.