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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El cante de la jondura

La catalana Montse Cortés y el madrileño Cigala son dos cantaores de jondura. Este cante que no siempre tiene por qué ser gritado, sino que juega con el recogimiento, con una suerte de intimidad en que apenas hace falta más que susurrar los textos. Los aficionados de viejo cuño aprecian esto más que las expansiones de cualquier "paparotti", que diría Chano Lobato.

Montse Cortés es tan discreta y tan tímida que canta como pidiendo perdón. Pero canta así, jugando de maravilla con las tonalidades, que en los bajos son de una dulzura quebrada y cuajada de emoción. Por siguiriyas y por soleares hizo lo más difícil, dejando patente un sentimiento jondo ejemplar.

Diego el Cigala es también cantaor de jondura contrastada, aunque recurre más al grito no huérfano de desgarro y desolación. Con frecuencia, después de una larga tirada dicha casi en voz baja, de pronto suelta el grito de manera sorpresiva e incluso impactante. Su cante, por ello, a veces puede parecer efectista. Nos queda la duda de si esas largas secuencias casi habladas son dichas así a conciencia o son una forma de aliviarse. En cualquier caso, El Cigala hace los cantes a su aire, intenta una forma personal que no deja de ser camaronera y que divide, dijéramos, a los aficionados en seguidores incondicionales suyos y en quienes no acaban de entenderle muy bien. La guitarra de Josele, espléndida, aunque el público le aplaudiera en los arreones espectaculares, que es lo menos estimable de la música flamenca.

Esencias jondas y compás

Cante: Montse Cortés y Diego el Cigala. Toque: Eduardo Cortés y Niño Josele. Baile: Javier Barón. Teatro Albéniz, Madrid, 19 de febrero.

Javier Barón no tuvo suerte. Tres de los artistas anunciados con él, de tanto peso como Diego Carrasco, Manuel Soler y Ortiz Nuevo, no subieron al escenario. Se limitó, por tanto, a hacer dos bailes, siguiriyas y soleares. Estuvo muy bien, pues él hace un baile siempre sobrio y carente de adornos ociosos, con un empleo muy discreto del taconeo. Baile difícil, sin concesiones, de calidad.

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