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Una mujer, violada dos veces en cinco días en su casa por el mismo hombre

El agresor entró en la vivienda cuando la víctima abría la puerta

Cuando la policía llegó al domicilio de la víctima halló a ésta sentada en el suelo, echada sobre la pared de su dormitorio, en pijama y envuelta en un edredón. No quería hablar con nadie ni que nadie la tocase. Tras ponerle un calmante, sólo accedió a hablar con su marido. Y no es para menos: el mismo hombre que la había violado en su casa el 31 de enero volvió a violarla cinco días después en el mismo lugar.

La policía busca ahora a este doble violador, que se ha mostrado muy violento en sendas acciones, según fuentes cercanas a la investigación. Lo único que se sabe de él es que tiene algo más de 30 años, mide 1,80 de estatura y tiene la cara alargada y los ojos oscuros. Otro dato: el agresor sexual usó preservativo con su víctima, que tiene unos 35 años.

Ambas agresiones sexuales han ocurrido en la vivienda de la víctima, situada en el barrio de San Blas. La mujer, siempre según las mismas fuentes, estuvo de compras el pasado día 4. Al llegar a casa dejó las bolsas de la compra en el suelo y se dispuso a abrir la cerradura de la puerta. En ese momento, un hombre, de fuerte complexión física, se abalanzó sobre ella y la obligó a entrar dentro con él. El reloj marcaba las 10.30 de la mañana.

Una vez dentro de la casa, la agarró con vehemencia del brazo, para que no escapase, y la paseó por todas las habitaciones. Se detuvo en el dormitorio del matrimonio, donde empezó a abrir y registrar armario y cajones de mesitas. "No te muevas que te mato", gritó a la mujer, atenazada por el miedo. Encontró unos mil euros en un cajón y se los metió en el bolsillo. También se llevó joyas; entre ellas, un reloj de lujo. Seguidamente se dirigió a la víctima, la cogió por el pelo y la empujó boca abajo sobre la cama de matrimonio. La desnudó con violencia y se echó sobre ella, sin permitirle que se diera la vuelta. La violó repetidas veces anal y vaginalmente. A la víctima ni siquiera le dio tiempo a quitarse la bufanda con la que esa fría mañana había salido al supermercado. Cada vez que intentaba darse la vuelta, el violador le apretaba el cuello con la bufanda, tan fuerte que la mujer optó por no moverse, llorar y callar. No obstante, vio cómo su agresor se colocó un preservativo antes de consumar la violación. Y aunque tenía la cara medio tapada, pudo reconocerle: era la misma persona que, cinco días antes, había entrado en su casa y abusado de ella.

"Conozco a tu hija"

Cuando terminó de violarla por segunda vez se dirigió a ella con tono amenazante: "No digas nada, conozco a tu hija, que es muy bonita y la mataría", le soltó. Abrió la puerta y salió corriendo. La víctima sólo acertó a telefonear a su marido al trabajo. Con voz trémula, le dijo que alguien había entrado en casa y había robado. Mientras llegaba a casa su esposo se duchó y se puso un pijama. No tenía fuerzas para más. Luego se sentó en el suelo de una esquina del dormitorio y se cubrió con un edredón. Así la encontró su marido cuando 30 minutos después llegó a casa. Éste llamó inmediatamente a la policía.

Al llegar los agentes, la mujer seguía en el suelo, presa de un fuerte ataque de nervios. No quería hablar ni con los agentes ni con ninguna otra persona. Ni que nadie la tocase. Con sus manos repelía bruscamente a quien se acercase a ella para auparla del suelo. Los agentes avisaron a un médico, que le administró un calmante. Al final accedió a hablar con su marido.

Entre sollozos le dijo que había sido violada y que el agresor era la misma persona que, cinco días antes, había entrado en casa y, tras robar, había abusado de ella. En esa ocasión también la llevó a la cama de matrimonio y le hizo tocamientos por todo el cuerpo. El marido lo sabía porque ambos habían denunciado el hecho, según las citadas fuentes. Sufrió la segunda violación cuando la policía investigaba la primera.

Un día antes de la segunda violación, la mujer notó que alguien la seguía por la calle. Una de las veces miró hacia atrás y el perseguidor volvió la cabeza y se ocultó entre unos arbustos.

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