_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Otra odisea del espacio

Supongamos que viene un marciano. Un marciano lúcido. Coge el marciano, baja del platillo y enfoca su teletraductor a la Casa Blanca. Seguro que se caía de espaldas. Contando con que los marcianos las tengan. Podía haberle enfocado el telepolígrafo, o sea el teledetector de mentiras, pero no ha querido porque además de cortés es un marciano lúcido. De ahí que se eche las manos a la cabeza, la tenga donde la tenga. Si la política consiste en gestionar hechos, ¿cómo puede estar basada en un desprecio tan absoluto de los mismos? Bush estaba decidido a machacar Irak porque aseguraba conocer determinados hechos que hacían su intervención más vital que necesaria. Pero cuando esos hechos no aparecen, como así se lo reprocha el mundo entero a excepción de otro par de teólogos llamados Aznar y Blair, y sigue erre que erre, resulta natural que nuestro lúcido marciano piense que la política es algo demasiado valioso para dejarlo en manos de los políticos. Al menos de los políticos terráqueos.

Pero como se trata de un marciano lúcido prefiere pensar que Bush constituye una deshonrosa excepción, conque enfoca su teletraductor hacia un rincón del planeta cuya lengua tiene fama de resistirse a los mejores teletraductores marcianos y observa que lo que se le resiste es la razón. Resulta que unos desalmados han asesinado en nombre de una idea a un ciudadano llamado Joseba. El marciano, como es lúcido, se pregunta cómo es posible que haya ideas que tengan que ser sostenidas asesinando a quien no las comparte. Aunque no es su único soponcio, ya que, al parecer, los asesinos son apoyados y jaleados por una minoría que desea independizar el lugar por las armas sin que esto incomode a otra fracción más numerosa de ciudadanos que también quiere la independencia por la vía de los hechos consumados, aunque para ello tenga que dinamitar las reglas de juego que se dieron junto a un número casi equivalente de ciudadanos que, por no querer la independencia, resultan perseguidos, calumniados y asesinados.

El marciano, pese a lo lúcido que es, ha de echar todavía mano a su cerebro de reserva para entender que, estando en el poder quienes desean quebrantar las reglas de juego que hacen posible que estén, los asesinos no les ataquen a ellos, sino a ciudadanos como Joseba que están en la oposición. Porque lo usual es que quienes atentan lo hagan para obtener algo de quien puede dárselo, lo contrario suena a limpieza del terreno previa a la disputa de la primacía entre quienes comparten las ansias de independencia. El marciano, que empieza a pensar que no es lúcido, toma nota de que no conoce caso igual en la galaxia, pero sus sorpresas no han hecho más que comenzar. Cuando los agredidos piden protección a quienes mandan, o responsabilidad porque no les protegen bien de la muerte -¡de la muerte!-, reciben la respuesta de que basta ya de insultos. ¿Cómo va a tener responsabilidad en nada de lo que pasa en este país quien lo gobierna desde hace veinte años? Además, pedir que el PNV y EA apoyen una moción de censura en Andoain no es más que una burda trampa electoralista que estaría aprovechándose obscenamente de los muertos como Joseba.

Entonces el marciano, que ya no sabe ni si está sordo, oye un trueno y comprueba que se trata del Capitán Trueno del cotarro vociferando que quienes les piden responsabilidades son unos radicales de la peor calaña, comparables a quienes andan detrás -pero, ojito malandrines, ¡sin que la justicia lo haya probado!- de ETA. El marciano se está revolcando por el suelo, si hay suelo. Por más que revise hemerotecas no consigue encontrar que les hayan probado ningún delito, y menos de sangre, a los supuestos radicales del reverso de la medalla, mientras que a los del anverso les han probado muchos, y de hecho les han ilegalizado varias organizaciones y suspendido la última. Pero lo que le obliga al marciano a subirse al platillo y dar por perdida la razón en ciertas partes de la Tierra es que si Trueno cree que los dos radicalismos son iguales, ¿por qué da sólo apoyo moral al que está comprometido con los asesinos?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_