La nueva cruzada
Las librerías españolas cuentan ya con libros para comprender las verdaderas razones del conflicto entre Estados Unidos e Irak y augurar cuáles serán sus consecuencias.
Hace un par de semanas, el periodista y escritor estadounidense James Reston estuvo en Madrid presentando su Guerreros de Dios. Ricardo Corazón de León y Saladino en la Tercera Cruzada (Plaza & Janés, 2003). Almorcé con Reston y le comenté que, como él ya sabía, a Sadam Husein le gusta presentarse como el "nuevo Saladino", el guerrero que librará Oriente Próximo de los cruzados sionistas y estadounidenses. "Nasser, Gadafi y Hafez el Asad", añadí, "también quisieron vestirse con el ropaje de Saladino y con el mismo resultado que Sadam: un total fracaso". Reston asintió y, con humor, añadió que si Sadam está a años luz de la estatura de aquel sultán medieval que expulsó a los cruzados de Jerusalén, "tampoco creo que la historia recuerde en el futuro a George W. Bush como el nuevo Ricardo Corazón de León".
Decenas de millones de árabes y musulmanes sienten que la guerra que Estados Unidos ha decidido librar contra Irak es tan injusta como las cruzadas medievales. Por eso es útil leer ahora trabajos como el último de Reston o la Historia de las cruzadas (Istmo, 2001), del medievalista alemán Hans Eberhard Meyer, o releer Las cruzadas vistas por los árabes (Alianza, 1989), del libanés Amin Maalouf. Rescatar los Santos Lugares de la cristiandad no es esta vez el objetivo de la expedición bélica occidental, pero sí reafirmar la potencia de EE UU, dar salida a las ansias de revancha provocadas por los atentados del 11-S, saldar la vieja cuenta personal de los Bush con Sadam, controlar directamente las enormes reservas petroleras iraquíes, dar a los halcones israelíes la oportunidad de deshacerse de Arafat y cualquier resistencia palestina y diseñar un nuevo mapa en Oriente Próximo a la medida de los intereses norteamericanos y en sustitución del anglo-francés de Sykes-Picott.
La llegada del segundo Bush a la Casa Blanca hizo muy probable una guerra norteamericana contra Irak; los atentados del 11-S la hicieron inevitable. Y no por las nunca probadas relaciones de Sadam con Al Qaeda o porque el tirano iraquí constituya ahora una amenaza seria para sus vecinos o, ya no digamos, Estados Unidos. El mismo Scott Ritter, que durante siete años fue jefe de los inspectores de la ONU en Irak, ha declarado que este país no posee armas de destrucción masiva -o si las posee son muy residuales- y no constituye un peligro para el resto del mundo. De esto versa Guerra contra Irak (Ediciones B, 2002), un libro de entrevistas con Ritter realizadas por William Rivers.
Así que esta guerra se hizo inevitable tras el 11-S, cuando el Gobierno derechista de Bush asumió la tesis de que Estados Unidos debe ejercer su poder imperial sin tapujos, de modo unilateral si es preciso y con toda energía. Es lo que, en su aspecto militar, expresa la idea del Dominio Total (Full-Spectrum Dominance) que Paul Wolfowitz comenzó a teorizar en los tiempos del primer Bush y que incluye el concepto de "guerra preventiva". En Bush en guerra (Península, 2002), Bob Woodward cuenta cómo Wolfowitz, el cerebro gris del Pentágono, ya señaló a Irak entre los objetivos a atacar en los días siguientes al 11-S. La ocasión la pintaban calva, según este estratega, para derrocar a Sadam, convertir a Irak en un protectorado norteamericano y moldear un Oriente Próximo estadounidense.
Bush es un personaje muy reli-
gioso, de ideas cortas y decidido a tener la última palabra, según cuenta Woodward. También está estrechamente vinculado, como muchos de sus más directos colaboradores, a la industria energética, por lo que para entender lo que va a ocurrir en los próximos meses conviene leer Las guerras del petróleo (Icaria, 2002), de Eduardo Giordiano. Asimismo, y para procurar mantener un poco de sentido común bajo el bombardeo propagandístico que emana y emanará de Washington, es recomendable un libro que ya es casi un clásico: La CIA y la guerra fría cultural (Debate, 2001). En este trabajo, la británica Frances Stonor Saunders revela cómo muchos escritores, periodistas e intelectuales demócratas europeos fueron instrumento -con o sin su consentimiento- del servicio secreto estadounidense. La manipulación es ahora aún más grande. El Gobierno de Bush ha anunciado sin rubor que comprará periodistas y difundirá falsas informaciones si es menester, y todos sabemos que intercepta el máximo posible de comunicaciones telefónicas y a través de Internet. A este asunto está consagrado Libertad vigilada. El espionaje de las comunicaciones (Ediciones B, 2003), del periodista Nacho García Mostazo, cuya tesis es que ya vivimos en ese mundo vigilado descrito por George Orwell en 1984.
Morirán civiles iraquíes bajo el fuego de EE UU y sus aliados. De hecho, ya han muerto miles de personas, en particular niños, a causa de la desnutrición y la falta de alimentos provocadas por el embargo contra Irak. De los sufrimientos de todo un pueblo dio cuenta Guerra y sanciones a Irak (Los Libros de la Catarata, 1997), un libro editado por Ángeles Maestro, dirigente de Izquierda Unida, y Carlos Varea, activista contra el embargo. Ahora bien, desde Vietnam la pregunta que se hacen los norteamericanos al afrontar una guerra -y no pasa una década sin que libren una- es "cuántos de nuestros muchachos no volverán a casa". Hace una década, en el primer enfrentamiento con Sadam, fueron pocos y la mayoría por ese eufemismo conocido como "fuego amistoso", es decir, a disparos de sus propios camaradas.
Varias veces al día, desde Washington y desde los cuarteles generales sobre el terreno, el Pentágono nos presentará sus acciones como limpias, eficaces y hasta heroicas. Meses o años después sabremos la verdad. Para ir haciéndose una idea es recomendable la lectura de Historia de la incompetencia militar (Crítica, 2001), del británico Geoffrey Regan. O la de Sobre la psicología de la incompetencia militar (Anagrama, 2001), de Norman F. Dixon, ex militar y universitario británico. Según Dixon, el Ejército es el mejor ejemplo de "cómo una minoría de individuos pueden llegar a infligir a su prójimo unos padecimientos y aflicciones de magnitud prácticamente desconocida en otros campos". En el caso de Irak, los militares estadounidenses lo van a hacer a título "preventivo".
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