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El informe premonitorio del ingeniero Gregory Katnik

El 23 de diciembre de 1997 el ingeniero de Cabo Cañaveral Gregory Katnik advirtió a los directores de la NASA de que el desprendimiento de material del depósito principal de combustible del Columbia había causado serios daños al revestimiento térmico durante una de sus reentradas a la atmósfera. Sus advertencias, sin embargo, cayeron en saco roto, y de hecho se desconocían hasta ayer.

Katnik señalaba en su informe que el impacto del material plástico caído del depósito de combustible había afectado 308 losetas térmicas del Columbia, un daño que él calificaba de "anormal" y merecedor de un examen a fondo de las posibles consecuencias en futuros vuelos dado que, además, el Columbia era el más antiguo de los transbordadores, en funcionamiento desde 1981.

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Como el percance había ocurrido en otros transbordadores, aunque no con la misma magnitud, la dirección técnica del programa espacial del shuttle (transbordador) consideró que no representaba un peligro y los vuelos sucesivos parecieron darle la razón. Sin ir más lejos, el pasado octubre, un trozo de material del tanque del transbordador Atlantis se desprendió y golpeó el centro de uno de los cohetes de propulsión pero no afectó al vuelo.

Según Katnik -que ahora está destinado en el departamento de lanzamientos del Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral- en una misión normal los transbordadores pueden perder unas 40 losetas térmicas como promedio a causa de los desprendimientos de hielo que se forman en el exterior del tanque. En cambio, en la misión del Discovery que dio pie a su informe en 1997, el patrón de golpes no se correspondía con las previsiones aerodinámicas. "El número, tamaño y gravedad de las losetas afectadas no era normal".

Grietas

En 132 de las 308 losetas afectadas en el morro del Columbia en aquella ocasión, las grietas eran de más de 2,5 centímetros. Y en el resto superaban las seis centímetros de largo y los tres centímetros de profundidad, lo que indicaba, según, Katnik, que el golpe penetró considerablemente puesto que el revestimiento sólo tiene cinco centímetros de profundidad. En otras palabras, la probabilidad de que penetrara el calor y destruyera la capa de aislamiento térmico era grande.

La parte más inquietante de aquel informe premonitorio era la que analizaba las posibles causas de los desprendimientos: la eliminación del componente freon en la fabricación del material de los depósitos de combustible. Katnik explicó ayer que la NASA eliminó hace años el freon por razones ambientales.

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