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AMENAZA DE GUERRA

El exilio iraquí prevé la adhesión popular sólo tras la invasión

Los partidos de la oposición iraquí en el exilio se vistieron ayer de largo para ofrecer el último plato fuerte de la cumbre de Davos. También estuvo presente el primer ministro del gobierno regional kurdo de Suleimaniya, Barham Salih, que dirige una zona libre de 45.000 kilómetros cuadrados.

La mayor parte de los dirigentes en el exilio abandonaron Irak ya hace dos décadas. Son empresarios afincados en Londres o París. Algunos, como Riyadh Al Yawar, miembro de la dirección del Acuerdo Nacional Iraquí, con base en el Reino Unido, es un empresario dedicado a las inversiones que posee un casa en España.

"Voy con frecuencia a Marbella, donde compré una casa hace muchos años. Conocí a José María Aznar en una reunión de partidos conservadores celebrada en Madrid. Hemos mantenido contactos con el Partido Popular", dice Al Yawar, de 60 años, en inglés fluido. Este hombre, de tez blanquísima, sostiene que dar más tiempo a los inspectores es permitir un respiro a Sadam Husein. "Si lo que se quiere es encontrar las armas, va a ser una pérdida de tiempo. Hay que actuar ya. Disponer todo para el ataque es, incluso, la mejor apuesta para conseguir que Sadam se vaya. Y si no lo hace pues hay que atacar", señala.

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Sin apoyos

Cuando se les pregunta a todos juntos qué tipo de respaldo tienen en Irak, se miran unos a otros y se dan la palabra para contestar primero. Apoyo, lo que dice apoyo, a juzgar por la total imprecisión de sus palabras, parece que no tienen

"Nosotros sabemos lo que pasa en la zona liberada. Yo vengo desde la zona kurda", dice Barham Salih, primer ministro del gobierno regional de Suleimaniya. Salih tiene todos los tics del político profesional de Occidente. Mira por el rabillo del ojo a la prensa y no duda en echarle un hueso. "Cuando el secretario de Estado Colin Powell dice, como ha ocurrido el lunes pasado, que hay pruebas sobre la vinculación de Al Qaeda y Sadam, está dando una información relevante. Espérese usted un par de semanas y verá. No puedo adelantarle más", advierte.

Ghassan Atiyyah, que dirige una revista digital en Londres, recuerda que en 1991 la población iraquí se sintió abandonada por EE UU. "Por esta razón nadie se levantará antes de ver la llegada de las tropas extranjeras. La gente no se fía. Una vez que vea la decisión de luchar, se unirá", razona.

Uno de los nombres que suenan como eventual presidente de un gobierno de transición cuando acabe la guerra es el Adnan Pachachi. Ex ministro de Exteriores de Irak entre 1965 y 1967, Pachachi es un moderado. "Yo no apoyo la guerra. Creo que hay que hacer lo posible para conseguir la renuncia de Sadam. Si la guerra estalla me concentraré en la transición", dice, eludiendo la pregunta sobre si respalda una intervención militar. "Sólo aceptaré ser presidente de un gobierno de transición si me elige el pueblo. No tengo ningún deseo de protagonismo político", señala.

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