El Teatre Nacional potencia lo dramático de 'El Cafè de la Marina

"Creo que hubiera podido ser un drama importante". Josep Maria de Sagarra se refería con estas palabras a El Cafè de la Marina; la presión de la compañía que la estrenó en el teatro Romea de Barcelona en 1933 (el mismo año de su escritura) y la voluntad de agradar al público le empujaron al happpy end y el texto quedó así en una "comedia amarga". El autor no se atrevió a subrayar la amargura, pero sí lo ha hecho el director escénico Rafel Duran en su montaje de la obra, que se estrena el 30 de enero en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC).

El Cafè de la Marina surge del amor de De Sagarra por la Costa Brava, especialmente por El Port de la Selva, donde pasó largas temporadas. Familiarizado con la vida de los pescadores; con su asfixiante dependencia de una buena meteorología, de una fructífera jornada en el mar; con la dureza de sus vidas, a menudo teñidas de miseria, el dramaturgo quiso llevarla al teatro "de una forma estilizada y poética". Para De Sagarra, inspirado por la traducción de la obra Màrius, de Marcel Pagnol, el argumento era lo menos importante. Su prioridad radicaba en retratar de un modo realista ese ambiente marinero.

El café del título es el marco de ese retrato; en el establecimiento, los pescadores pasan el rato, a veces sin tomar nada porque no pueden pagarlo, otras dejando a deber sus consumiciones. Entre las historias de todos los personajes despunta la de la hija del dueño del local, que esconde un secreto inconfesable y que, pese a su carácter valiente no tiene más remedio que someterse a la voluntad de su padre y al destino diseñado por éste: la boda con un hombre rico a quien no ama. La actriz Laura Conejero da vida a la hija y encabeza un extenso reparto de 19 actores en el que figuran, entre otros, Jordi Banacolocha, Lurdes Barba, Àngels Poch y Artur Trias.

Abrumado por la responsabilidad de dirigir una obra de De Sagarra y de hacerlo en un teatro como el TNC, Duran tardó dos semanas en aceptar el proyecto. Cuando se puso manos a la obra tuvo claro que, pese a ese acento en el drama, debía ser fiel a este poema dramático de versos endecasílabos, ambientado en la misma época en que fue escrito. "No creo que la obra pueda trasladarse a una época más próxima. El Cafè de la Marina sería hoy una obra completamente diferente", señala el director. Porque, en su opinión, el texto refleja "unos valores morales hoy superados", como la sumisión de la mujer al hombre, la imposibilidad de ésta de gobernar su propia vida y el modo de valorar ciertas conductas. Y eso que para Duran la hija del tabernero no es una resignada, "sino una luchadora. Sufre, pero lucha. En el texto le dice que sí a su padre, pero en el subtexto le está dando un no como una casa". En cuanto a la dureza de la vida marinera, el director asume el riesgo de parecer oportunista y explica que la catástrofe del Prestige ha marcado en cierto modo los ensayos de la pieza. La desesperación de los marineros gallegos es, dice, la misma que De Sagarra describe en el texto.

El espectáculo, que estará en cartel hasta el 23 de marzo, ha despertado una gran expectativa y ayer se habían vendido ya 22.000 entradas anticipadas.