Judías verdes
A papá le han dicho que las culpables de que suba el IPC -precio de la vida explicado a los niños- son las judías verdes. "Así que las judías verdes, ¿eh? Vaya con las judías de marras. Quién lo hubiera pensado. Yo desconfiaba de los guisantes", dijo papá, "nunca me han gustado los guisantes". Y añadió: "¿Qué hay para comer hoy?". Papá se fue a la cocina a mirar qué había, y se quedó estupefacto cuando vio las judías verdes que mamá había preparado.
Yo le pregunté que cómo era posible que las judías verdes, por sí solas, hubieran subido el IPC, y él me contestó que era por una relación entrópica de la economía, que cuando las judías subían todo se ponía por las nubes, no había más que salir a la calle y ver por uno mismo los efectos de la enorme subida de las judías verdes en la economía nacional para darse cuenta de que, efectivamente, pese a lo que se pudiera pensar, nuestro país no dependía del petróleo, como otros, sino de las judías verdes. Según él, si fuéramos invadidos por una potencia extranjera, sería por una sencilla razón: robarnos nuestras judías verdes. "Jopelas", pensé, "qué bien explica papá las cosas".
"Hijo mío, la economía está muy mal", continuó. "¿No te das cuenta de que ahora vas al cole con un bocata de sardinas? ¿No te das cuenta de que tu madre te ha remendado cuatro veces y media los calzoncillos que llevas? ¿No te das cuenta de que tu padre calza zapatos viejos? ¡Y todo por las judías verdes! ¡Si por lo menos fueran las coles de Bruselas! Y esto va de mal en peor. ¡Y vosotros no tenéis más que vicio! ¡Una guerra es lo que os hace falta!". Entonces papá se ríe como si todo hubiese sido una broma, pero después se queda con el gesto fruncido, como si el chiste hubiese sido de verdad, y quisiese una guerra, pero lejos de aquí.
A nadie debería parecerle raro que cada día me gusten menos las verduras. ¡Y muchísimo menos las judías verdes! Ya es mala suerte que en casa se pongan tanto. Normalmente como lo que puedo y me meto el resto en los bolsillos del pantalón. Y sin embargo, papá dice que las verduras son muy sanas. Ahora quiere plantar una huerta en cualquier sitio, "para no depender del curso de la economía en general". A mí, la verdad, siempre me ha dado un poco de miedo pensar que voy a tener que estar comiendo judías verdes durante un mogollón de tiempo. En el cole me han dicho que te tiras pedos.
Llegó la hora de comer, y claro, todos tuvimos que tragarnos nuestras judías verdes. Mi hermano decía que le parecía que se estaba tragando el IPC, y como es demasiado pequeño y no sabe de qué va el asunto, le daba asco. "Todos tenemos que tragarnos el IPC, pequeñajo", le dije yo, y le lancé una alubia de judía verde haciendo catapulta con el tenedor. Entonces mamá se puso furiosa y me dijo que no estaban las cosas como para bromear con las judías verdes, que si sabía cuánto le había costado el kilo de judías verdes, y que si le quería explicar las cosas a mi hermano utilizase otros métodos más pedagógicos. Después le pegó una torta a mi hermano por tirarme todo su plato de judías verdes encima de la cabeza.
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