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Entrevista:NURIA ESPERT | Actriz y directora de escena

"Estoy más cómoda actuando, con la dirección empecé demasiado arriba"

Margot Molina

Dice Nuria Espert en sus memorias que Romancero gitano, de Federico García Lorca, es "el único libro que yo recuerdo en mi casa". La futura actriz, que nació en Barcelona en 1935, tenía entonces siete años y le faltaban otros tantos para debutar en el Teatro Romea. Federico García Lorca y Rafael Alberti, dos andaluces, han marcado profundamente la historia de esta mujer de teatro, que es como decir la historia reciente del teatro español. La actriz alcanzó fama internacional con su representación de Yerma, el drama lorquiano que ella ha representado, intermitentemente, durante nada menos que 15 años. Los recitales con Rafael Alberti, Aire y canto de la poesía a dos voces, comenzaron en 1978 y se alargaron hasta 1992. Nuria Espert, tan llena de entusiasmo y encanto como siempre, presentó ayer en Sevilla su libro de memorias De aire y fuego (Aguilar), una obra en la que ha contado con la colaboración del escritor y crítico teatral Marcos Ordóñez.

"Rafael Alberti me hacía cantar en los momentos más ridículos"

Pregunta. ¿De quién fue la idea de escribir las memorias?

Respuesta. La editorial me lo propuso. No era la primera vez, ya lo hicieron hace 15 años pero entonces no era el momento. Ellos me propusieron a Marcos Ordóñez yo no lo conocía, más que de leerlo, pero enseguida sintonizamos. El gran valor de este libro es que es mío y eso tiene mucho mérito si se piensa que hay una persona que ha sacrificado su voz y su propia forma de hacer literatura para que aparezca la mía.

P. ¿No se atrevió a escribirlo usted misma?

R. Yo sabía que nunca iba a pasar de las 50 páginas, no tengo la disciplina para hacerlo. Siempre he escrito, conservo unos 200 cuadernos qué más que diarios son notas de mis estados de ánimo. Escribo en los momentos negativos, me sirve para leerlo cuando pasa el tiempo y ver cómo he evolucionado.

P. A lo largo de su carrera usted ha mostrado preferencia por los textos de García Lorca, ¿le marcó aquel libro en su infancia?

R. La verdad es que entonces no me marcó especialmente.Eso lo he visto después con el éxito que tuvo Yerma -que estuvo en cartel desde 1970 hasta 1985, año en que se despidió en Japón- y después Doña Rosita la soltera. También un lorca fue el gran reto de mi primera dirección: La casa de Bernarda Alba, en inglés para el Lyric Theatre de Londres y con Glenda Jackson haciendo de Bernarda.

P. En su libro le dedica un capítulo a Rafael Alberti, según usted fueron sus años más felices...

R. Fue la época más alegre de toda mi vida. Rafael era un ser alegre y luminoso que, a veces, pasaba por momentos de una profunda tristeza. Sentimiento que le provocaba la enfermedad de su mujer María Teresa León. Pero el 98% del tiempo que pasábamos juntos era maravilloso. Me hacía cantar en los momentos más ridículos. Recuerdo una vez que, con la compañía que montamos mi marido Armando Moreno y yo, llevamos a Moscú Doña Rosita la soltera; Rafael tenía que dar una conferencia y nosotros estábamos entre el público. En un momento él perdió el hilo del discurso y dijo: 'Ahora que Nuria nos cante La paloma'. Yo me levanté y canté. Todos me aplaudieron mucho. Era un juego que me hacía y yo siempre fingía estar enfadada.

P. Usted ha realizado gran parte de su carrera durante la posguerra y la dictadura, una época que está ahora de total actualidad ¿cree que es demasiado tarde para recuperar la memoria histórica?

R. Quizás se necesitaba un poco de perspectiva y lejanía. Cuando llegó la transición teníamos dos salidas: o volvernos a matar, o pactar como en los juicios. Aunque me duelen todas las injusticias que se han cometido con la gente que luchó para que la democracia fuera posible; viéndolo con 25 años de distancia pienso que se tomó el camino correcto. La nuestra es todavía una democracia muy joven.

P. Precisamente ayer se estrenó en el teatro Lope de Vega de Sevilla, donde usted ha actuado en tantas ocasiones, Las bicicletas son para el verano, una obra de Fernando Fernán Gómez que habla de la posguerra.

R. Yo la vi cuando la dirigió José Carlos Plaza hace 20 años y me recuerdo llorando, pero no de tristeza; sino de ternura y de emoción. Este montaje, que dirige ahora Luis Olmos, es un proyecto encomiable porque se trata de una compañía privada y poner en escena una obra de 15 actores es muy arriesgado económicamente.

P. Además de teatro, usted ha dirigido un buen número de óperas -está trabajando en Tosca que se estrenará en el Teatro Real de Madrid en 2004-, ¿Cómo se siente más cómoda dirigiendo o actuando?

R. Mucho más actuando, porque he empezado demasiado arriba en la dirección y eso te provoca una sensación de inseguridad de la que no te libras nunca. Lo ideal es hacer una carrera despacito, que te de tiempo a equivocarte y rectificar; pero en mi caso no ha sido así. Comencé dirigiendo en Londres y luego he tenido la suerte de trabajar con los mejores cantantes y directores de orquesta del mundo. Me siento como una impostora.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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