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Reportaje:BALONMANO | CAMPEONATO DEL MUNDO

Hombrados, el portero casual

El escritor brasileño Paulo Coelho sostiene en la mayoría de sus libros que, si alguien persigue con intensidad un objetivo, todos los elementos acaban combinándose para que lo alcance. A José Javier Hombrados nada de eso le hizo falta. Él no quería jugar al balonmano y si entró en este deporte fue más por casualidad, por argumentos del destino, que por otras razones. Pero, al final, ahí estaba su vocación. Jugó de portero porque "nadie quería ponerse" y se le daba "bien". El lunes, en Guimaraes, fue elegido por César Argilés como titular en el debut de España (23-18 a Marruecos) en el Campeonato del Mundo.

"En realidad", recuerda Hombrados, madrileño, de 30 años y 1,97 metros, "yo iba para jugador de baloncesto. Cuando elegí un deporte en el colegio Sagrada Familia, de Madrid, me decidí por el de la canasta por mi estatura. Pero después cambiaron los horarios de entrenamiento y, como los de balonmano me iban mejor, me cambié". Entonces tenía nueve años y su única aspiración era mover el cuerpo: "Me gustaba la portería. Y, la verdad, tenía poca oposición. Me afiancé en ella". Su suerte fue que en aquel centro educativo se encontró con el técnico Ernesto Enríquez, ex seleccionador júnior y vinculado aún al balonmano, y con Juanjo Muñoz Benito, médico de la Federación Española.

Así, lo que comenzó como un juego se convirtió en una profesión. A los 17 años, con Juan de Dios Román como entrenador, Hombrados debutó en la División de Honor con el Atlético de Madrid. Y ahí empezó un largo peregrinaje por el Alcobendas, el Santander (dos años), el Teucro (uno), el Ademar León (cuatro), el Portland (dos) y el Ciudad Real, en el que juega ahora: "No me ha ido mal. Con mis últimos equipos he ganado títulos europeos y nacionales. Y, aunque las ofertas económicas han sido la causa de mis dos últimos cambios [el Portland pagó una alta cláusula de rescisión al León, que le tenía contratado por tres años, y la oferta del Ciudad Real era irresistible], también he valorado la capacidad deportiva de los clubes".

Su debut en la selección española fue en 1994, en San Petersburgo, en unos Juegos de la Amistad. Estuvo con Román, con Cruz Ibero, con López León y con Argilés, que ha vuelto a llamarle. Lleva 65 internacionalidades y sabe que ahora es el segundo guardameta, tras Barrufet, en un gran momento.

"La cuestión es aceptar tu papel y estar a punto para cuando se te necesite", asegura Hombrados. Así fue contra Marruecos. España navegó, pero él mantuvo el tipo.

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