El forense acusado de abusos sexuales niega que tocara a sus pacientes si no era por razones médicas
Aurelio Hernández Triviño, el médico forense granadino acusado por cinco mujeres de abusos sexuales, admitió ayer haber palpado los pechos y las ingles de algunas de las denunciantes durante sus exámenes médicos, pero sin ninguna intención sexual. Así lo manifestó en la primera sesión del juicio que se sigue contra él en Granada y que continuará hoy con el testimonio de las mujeres afectadas.
El forense, para quien el fiscal pide ocho años de prisión y 60.000 euros de multa, negó en todo momento que su comportamiento hubiera sido irregular o que en algún momento hubiera realizado tocamientos "innecesarios" a ninguna paciente. Hernández señaló que palpaba ciertas partes de las mujeres por indicación de éstas. "Yo no palpaba una mama a menos que la paciente me dijera que le dolía", dijo. "Jamás toqué una parte que no tuviera relación con las zonas que ellas decían que les dolían".
Los presuntos abusos se produjeron entre los meses de noviembre y diciembre de 2001 en la consulta que el forense tenía en la sede de los juzgados de Granada. Aurelio Hernández, como médico forense, debía certificar las lesiones que alegaban padecer las personas que acudían a la consulta a resultas de un accidente de tráfico u otra circunstancia para que éstas pudieran reclamar dinero a compañías aseguradoras. Hernández alegó que, al menos, dos de las mujeres que lo denunciaron habían tratado de defraudar a las compañías fingiendo un dolor mayor del que en realidad tenían. El forense alegó que su negativa a formar parte de esa táctica podría ser el motivo de las denuncias por abusos.
En la primera sesión del juicio, el médico explicó que si una mujer presentaba dolores en la zona cervical, él hacía que se desnudara de cara a la pared para respetar su intimidad, y que las maniobras que hacía para palparle la espalda o el pecho estaban relacionados con esos dolores. En todo momento tachó de "falso" que tocara indebidamente a una paciente, acariciase sus pezones o le preguntase si le gustaba lo que le estaba haciendo. También negó que metiera la mano debajo de la ropa interior de otra paciente para palpar sus glúteos o que pretendiese sentar en sus rodillas a otra de las mujeres denunciantes.
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