El imperio del sol poniente
Las reformas no logran enderezar el prolongado declive japonés
La economía de Japón es la antítesis del monte Fuji: cuanto más lejos esté uno, peor parece, afirma Carl Weinberg. Este economista asiste al derrumbe de Japón desde Valhalla, en el norte del Estado de Nueva York. Tal vez la perspectiva de la distancia le permite juzgar mejor el deslizamiento de esta nación desde ser una superpotencia a convertirse en un perdedor.
Mientras que la banca no limpie sus balances, no se permita quebrar a las empresas y Tokio deje de endeudarse, la economía seguirá estancada
Los inversores que siguieron el trabajo de Weinberg, fundador de la sociedad High Frequency Economics Incorporated, aprovecharon bien su cinismo para juzgar las políticas económicas del gobernante Partido Demócrata Liberal japonés y la renuencia de los bancos para pasar a pérdidas unos préstamos incobrables por una cifra estimada en 430.000 millones de dólares, que están asfixiando la economía.
En 1997, cuando Japón evitó la peor crisis financiera de Asia, muchos analistas vieron una buena ocasión para apostar por el índice Nikkei. En 1998, cuando Tokio aportó fondos públicos al sistema bancario, muchos aconsejaron nuevamente comprar en Japón. Lo mismo sucedió en abril de 2001, cuando el autoproclamado reformador Junichiro Koizumi asumió el cargo de primer ministro. Cada vez, Weinberg advirtió a sus clientes de que no se dejaran engañar. Tenía razón: el Nikkei cayó en cada uno de los tres últimos años, y es el único índice que empezó este año como perdedor.
Análisis sorprendentes
Si bien otros observadores no abandonaron su escepticismo, pocos se metieron bajo la piel de los estrategas económicos como lo hizo Weinberg. Lo que irritó a Tokio no es que los puntos de vista de Weinberg revelasen ignorancia, sino que éste a menudo sacaba a la luz sus políticas tal como son: terriblemente inadecuadas. Eso explicaría por qué sólo 10 de los 300 clientes de High Frequency están en Japón, y casi todos son compañías extranjeras.
Los análisis de Weinberg sobre la solvencia de los bancos, por ejemplo, han provocado sorpresa en Tokio. Él sostiene que muchos son insolventes sobre la base de pautas de adecuación del capital global y que algunos banqueros utilizaron trucos al estilo Enron para esconderlo. Weinberg también tuvo éxito al denunciar el doble discurso de Tokio en sus esfuerzos por impulsar el precio de las acciones y debilitar al yen. Ni siquiera su colega de la University of Pennsylvania, Heizo Takenaka, que encabeza el ataque de Koizumi a los endeudados bancos y compañías de Japón, es inmune a sus críticas.
¿Dónde están los cambios?
Las malas noticias son que Weinberg es aún menos optimista sobre las perspectivas de Japón de lo que era cinco años atrás. "El crecimiento económico no es una opción hasta que se hagan verdaderos cambios, verdaderas reparaciones", afirma. "Uno escucha mucho sobre reforma, pero ¿dónde están? ¿Qué ha cambiado realmente para arreglar la economía?".
El Nikkei sigue flirteando en los mínimos de los últimos 19 años. Como los mayores y más perturbados bancos tienen acciones de compañías a las que les prestan, el deslizamiento del mercado reduce los créditos bancarios disponibles. Esto significa que el sistema bancario japonés permanecerá en estado de crisis en el futuro previsible. "Los bancos son disfuncionales, incapaces de convertir reservas en crédito doméstico, y éste se contrae", explica Weinberg. "Por lo tanto, el crecimiento económico es imposible".
Mientras los bancos japoneses no limpien sus balances, no se permita quebrar a las compañías deficitarias y Tokio no derrote su adicción a la deuda, la economía permanecerá estancada, en el mejor de los casos. ¿Cómo va sobrevenir ese cambio? Desgraciadamente, Japón podría necesitar una crisis total para descartar el enfoque chapucero, dice Weinberg.
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