Chirac pide a los franceses que retrasen voluntariamente la edad de jubilación
El presidente de Francia quiere emprender la reforma de las pensiones antes del verano
El presidente francés, Jacques Chirac, dio ayer el banderazo de salida a la operación de convencer a sus compatriotas para que retrasen la edad de la jubilación. "Nada está decidido de antemano", aseguró el jefe del Estado, quien garantizó el derecho de retirarse a partir de los 60 años, pero prometió ventajas a los que acepten jubilarse más tarde. El Gobierno, que pretende impulsar la reforma antes del verano, precisará a finales de este mes las medidas concretas, entre ellas la reducción de privilegios acumulados en el sector público, donde la edad media para retirarse es de 57,5 años, una de las más bajas de la UE.
Ante 1.500 invitados de organizaciones patronales y sindicales, Chirac puso mucho cuidado para no alarmar a nadie. Habló de "dar a los que lo deseen la libertad de trabajar más tiempo, sobre todo para mejorar su pensión", tras garantizar el sacrosanto derecho de jubilarse a partir de los 60 años. De las palabras del presidente se deduce que la reforma va en el sentido de incentivar el retraso de la jubilación, además de manifestarse en contra de las prejubilaciones -"un desperdicio humano y económico"- y de invitar a las partes sociales a elaborar "un verdadero pacto social por el empleo para los de más de 50 años de edad".
En su deseo de no alarmar, el presidente apenas se refirió a la reducción de derechos en la función pública y en las grandes empresas estatales, que todas las fuentes consultadas consideran una parte esencial de la futura reforma. El régimen especial de pensiones para las empresas estatales de electricidad y de gas (EDF y GDF) da la medida del problema: la financiación de estas pensiones está asegurada íntegramente por las empresas y en el momento actual hay 146.000 beneficiarios de pensiones y 151.000 cotizantes a este régimen especial. Según las normas contables en vigor, las empresas en cuestión -para las que se prevé una privatización parcial- tendrían que provisionar 67 millones de euros sólo para cubrir los derechos de pensiones reconocidos hasta 2050.
En general, hay 12,5 millones de jubilados en Francia: más de 3 millones proceden del sector público (funcionarios estatales y locales, y empleados de grandes empresas estatales) frente a poco más de 5 millones de cotizantes; mientras que en el sector privado hay casi 9,5 millones de pensionistas, frente a algo más de 14 millones de trabajadores en activo. En ausencia de reformas, el equilibrio financiero del sistema francés de pensiones se resentirá gravemente. Actualmente, hay excelentes equivalentes al 0,6% del producto interior bruto, pero si no se hace nada, los expertos anticipan un déficit del 1,8% del PIB en 2020 y del 3,8% en 2040, según cifras avaladas por los servicios de la Comisión Europea.
Chirac argumentó largamente sobre la "realidad esencial" de que el inmovilismo en materia de pensiones perjudicaría, ante todo, a las capas más modestas de la población, "que no pueden protegerse por medio del ahorro", y reafirmó el principio esencial de asegurar "la solidaridad entre las generaciones" que deriva del régimen de pensiones por reparto del dinero acumulado a través de las cotizaciones.
"Este sistema nos coloca al abrigo de las dificultades y de las quiebras que pueden conocer los países que han elegido el sistema de (pensiones por) capitalización", una opción que "no es ni será la nuestra", remachó el jefe del Estado. Su discurso, conciliador y de búsqueda de consensos en el interior de Francia, fue bien acogido, tanto por la patronal como por los líderes sindicales, que se declararon encantados de que el presidente cuente con ellos para negociar las reformas.
Chirac y el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin cuentan con una ventaja para lanzar la reforma de las pensiones: este año no hay prevista elección alguna en el calendario político de Francia. Pero también tropiezan con el inconveniente de la mediocridad de las perspectivas económicas. Pocos creen en una verdadera recuperación, y el clima de incertidumbre se agrava por esa guerra en Irak que no comienza ni termina. Esto explica el cuidado con que Chirac se pronunció ayer por la aceptación de los fondos de pensiones como complemento al sistema tradicional de las cotizaciones sociales y del "reparto entre generaciones", atribuyendo al sistema privado una mera función de "mecanismo de apoyo" a la pensión pública.
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