Eneko vuelve a casa
Un maestro vitoriano regresa tras recorrer 35.000 kilómetros en bici por 35 países en cuatro años
Eneko Etxebarrieta comió ayer con su familia, y también cenó con ellos en Nochebuena. Todo un acontecimiento, porque las navidades de 1998 fueron las últimas que disfrutó entre los suyos. El último 24 de diciembre lo pasó en Wellington (Nueva Zelanda), y el anterior, en Pekín (China), y el anterior en Dharamsala (India).
Eneko, un licenciado en Educación Primaria de 35 años, ha cambiado de profesión. Ahora es aventurero, y a ello se dedica desde que el 3 de febrero de 1999 abandonó su casa en Vitoria para iniciar un viaje en bicicleta que se suponía de seis meses. Un impulso repentino e inexplicable le llevó a iniciar la aventura. "Se me ocurrió", es todo lo que acierta a argumentar. Él, que nunca había emprendido algo semejante, planificó una ruta por Europa, llegando hasta Estambul (Turquía) y tomando el camino de regreso.
En ese periplo, se encontró con una realidad no prevista: "Me caí, me robaron la bicicleta (en Nimes)... Pero disfruté y aprendí mucho". Y Estambul quedaba "demasiado cerca", así que decidió seguir el viaje, sin apenas dinero -aún debe una buena suma a sus padres y amigos- y con una única idea: "que la cabeza ponga el límite". Se propuso dar la vuelta a la Tierra en bici, sin fijar fechas y sin una ruta preestablecida. "Tiene sus ventajas, como que no se necesita mucho dinero, durmiendo en la tienda de campaña. Te queda una sensación de libertad e independencia incomparable", dice. Y sí que le ha cundido. En total ha recorrido 45.000 kilómetros y unos 35 países en casi cuatro años.
En parte del trayecto le acompañó un navarro, Luis, con el que compartió desde Estambul a Nueva Delhi alguno de los momentos más difíciles. "En la frontera entre Turquía e Irán tuvimos un intento de apedreamiento, y también en Pakistán. Todavía no había ocurrido lo de las Torres Gemelas". También se le interpusieron problemas políticos. No pudo entrar a Birmania ni a Corea del Norte porque sus regímenes no le concedieron visado. De Asia, pasó a Oceanía (Australia, Nueva Zelanda, Polinesia). Siempre en bicicleta, y utilizando otros medios de transporte sólo en caso de ser imprescindible. Apenas ha empleado el avión. En Suramérica le llegó otro imprevisto. Conoció en Curitiba (Brasil) a Miyuki Okabe, una ingeniera de telecomunicaciones que abandonó su trabajo en una multinacional por acompañarle en el viaje. Hoy son pareja. "A veces hay que cambiar el dinero por ser feliz", explica él.
En su experiencia ha padecido dos terremotos. Uno de ellos, en Japón, le dejó postrado un mes. Ése fue el único momento en que le surgió la tentación de volver a casa antes de tiempo. En Argentina, vivió de cerca la crisis económica del país. De todas sus vivencias, se queda con las relaciones personales, "con la sensación de dar y recibir, la comunicación y el recibimiento que me han dado".
¿Y un lugar favorito entre todos los que ha conocido? "Vitoria", responde, "quizá por las ganas que tenía de ver a mi gente". Pronto le perderán de vista de nuevo. Espera reunir fondos para, en medio año, recorrer África y Norteamérica. En bicicleta, por supuesto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.