Los que mueren solos

Leo el miércoles 18 de diciembre de 2002 en sus páginas una noticia repetida: un anciano muere solo en su casa. Son cosas que pasan, ciertamente, pero el tono empleado da por sentado que el suceso es lamentable, y puede no serlo en absoluto. No digo que todos, pero muchos (entre los que me cuento, cuando estoy acercándome a esas edades) son felices por llegar a ese desenlace. Me explico: morir solo supone que se ha vivido solo y tal es el deseo de esos muchos.

Y no encuentro ningún mal en hacerlo, siempre que uno se pueda valer por sí mismo. Si el tono lastimero de las noticias cala en las mentes de la gente y de los políticos, puede llegarse al caso de que se imponga a los ancianos una compañía "para que no mueran solos". Morir solo es el precio que hay que pagar por ello, y puede no ser agradable, pero no es un precio alto. Cierto, mucha gente muere en soledad porque no le queda otro remedio, pero, por aquellos que piensan como yo, pido que al dar la noticia no se dé por sentado que es un desenlace lamentable. Solamente debería emplearse ese tono cuando se supiera a ciencia cierta lo que de verdad quería el difunto.

Puede ser importante lo que opinen sus familiares, pero lo más importante es lo que pensaba él.