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Entrevista:VORO PÉREZ | Agricultor ecológico

"Cultivo mis productos porque no me fío"

Pregunta. Hace unos años iba a protestar a la Central Nuclear de Cofrentes y ahora le vende luz a Iberdrola. ¿Cómo se explica?

Respuesta. Es la consecuencia de una campaña que inició hace unos años Greenpeace para que el kilovatio generado por sistema fotovoltaico se pagara a cien pesetas. Y en diciembre de 1998, en vísperas de algunas elecciones, el Gobierno sacó un decreto obligando a las eléctricas a pagarlo a 66 pesetas. Me imagino que también lo harían por las presiones de los fabricantes de placas y por alguna directiva europea.

P. Y ahora las placas trabajan por usted.

R. ¡Qué va! Como mucho dan 3.000 euros al año. Las placas van pagándose. Esa pregunta es muy malintencionada.

P. ¿Dejó la banca para convertirse en agricultor?

R. Ya hacía agricultura antes de dejar la banca, siempre pensando en un objetivo de autosuficiencia para depender lo menos posible de las aportaciones de fuera. A medida que me metía en la agricultura y me concentraba en ella, más contradicciones tenía con el trabajo de banca. Hasta que se presentó la ocasión.

P. ¿Llegó a comer sólo de lo que producía?

R. No totalmente, porque no puedes producir de todo, pero intentas hacer lo máximo posible. Más que nada porque sabes que los productos están hechos con tratamientos químicos que casi nunca cumplen los períodos de seguridad porque el agricultor, como cualquier empresario, lo que quiere es ganar el máximo de dinero y arriesgar lo mínimo. Entonces, como no me fiaba de lo que hay en el mercado, tuve que cultivar mis productos.

P. ¿Qué come para ser puro?

R. Como mucho crudo y mucho verde, pero no soy puro. Apenas como carne, y cocinado como complemento del crudo.

P. ¿Es cierto que no tiene televisor?

R. No tengo. Encima, todos los que tienen me dicen que es muy mala, o sea que no me estoy perdiendo nada.

P. ¿Cómo se entretiene?

R. Pues ahora me estoy haciendo unos zapatos, con piel de cabra y con forro de oveja. Si estuviera mirando la tele, pues no haría zapatos.

P. ¿La agricultura ecológica es más una ideología que una actividad comercial?

R. Para mí empieza siendo una necesidad de comer alimentos sanos. Luego, como la parcela es mayor de lo que puedo cultivar con esa finalidad, pues planté naranjos y empecé a vender.

P. ¿Tiene demanda?

R. Sobre todo en el extranjero. En sitios donde han tenido problemas medioambientales y lo valoran más. Aquí hemos tenido Ardystil, vacas locas, colza... pero no hemos tenido bastantes casos como para que la gente asocie su salud a lo que come. La mayoría de la gente aún prefiere un producto pulido y encerado del que no sabe nada al aval de garantía que le ofrece el producto que nosotros hacemos.

P. ¿Por qué es más caro el producto ecológico?

R. Porque necesita mucha más mano de obra en los procesos. Es un producto más artesano, aunque la filosofía de la gran empresa ya empieza a penetrar.

P. ¿Cómo le miran los agricultores tradicionales?

R. Al principio les parecía una cosa rara, pero ahora ven que gastando mucho menos dinero del que ellos invierten en la cosecha, pues se saca casi igual. Entonces, lo ven como una opción empresarial a tener en cuenta. Además, ellos lo que producen para su consumo también lo hacen como yo.

EN DOS TRAZOS

Voro Pérez (Alzira, 1956) estuvo trabajando en un banco hasta que pudo dedicarse en cuerpo y alma a la agricultura ecológica. Lejos del ecologismo de salón, vive a fondo su causa, aunque sin llegar a aislarse en la ermita. Su sentido de la responsabilidad social lo mismo lo implica en el movimiento vecinal que lo lleva por los pueblos a explicar los peligros del cambio climático, o hasta Galicia para echar una mano contra el desastre de la marea negra. Produce la mayor parte de los alimentos con que se nutre sin agredir al medio ambiente y está en paz consigo mismo porque genera más energía de la que consume.

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