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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Tintín: Nuestro hombre en la Luna

"¡YA ESTÁ!... Acabo de dar algunos pasos... ¡Por primera vez en la historia de la humanidad, un ser humano acaba de hollar la Luna!...". Como todo el mundo sabe, no fueron los astronautas Neil Armstrong ni Edwin Aldrin los primeros humanos que pusieron pie en la superficie de nuestro satélite natural: la Luna, un 20 de julio de 1969.

15 años antes, el intrépido reportero Tintín había estado ya allí por obra y gracia del dibujante belga Hergé. Una aventura descrita con todo detalle en los álbumes Objetivo: la Luna (1953) y Aterrizaje en la Luna (1954). Si indagamos un poco más, descubriremos que antes de Tintín también estuvieron en la Luna exploradores y campeones de la ficción de la talla de Cyrano de Bergerac y el barón de Munchausen (Ciberp@ís, 15-3-2001). ¿A qué viene, entonces, ese empeño, mostrado por algunos, en negar la presencia del hombre en la Luna, siendo como se ve uno de los lugares más visitados de nuestro entorno?

Volvamos al simpar Tintín. Aunque Hergé cuidaba mucho la veracidad y precisión científica de sus historias, en esta aventura se deslizaron algunos errores como se ha encargado de señalar el astrónomo francés Robert Mochkovitch. Justo después de pisar la Luna y mientras descargan el material del cohete, una pesada caja se precipita sobre el profesor Tornasol.

Es en estos lances donde uno se curte como superhéroe. Sin pensárselo dos veces, Tintín propina un empujón al profesor, que cae al suelo mientras la caja se estrella en la posición que instantes antes ocupaba. Por los pelos. Sin embargo, nuestro héroe podía haberse tomado su tiempo de haber recordado que, en la Luna, debido a su menor gravedad (1/6 de la terrestre), el tiempo que emplea un objeto en llegar hasta el suelo, igual a la raíz cuadrada del cociente entre el doble de la altura desde donde cae y la gravedad, es seis veces mayor que en la Tierra.

La caja que se desploma desde la parte superior del cohete a unos 25 metros de altura tardaría 5,5 segundos en llegar al suelo en lugar de los 2,3 que necesitaría en la Tierra. Poco más de tres segundos de diferencia. Suficiente como para poner a salvo al profesor en una acción más pausada e indudablemente, menos arriesgada.

En otra viñeta, Tintín y el capitán Hadock pasean tranquilamente por un paisaje desértico. De repente, notan una especie de temblor de tierra ("de luna", corrige Tintín). Al darse la vuelta comprueban asombrados un cráter de varios metros de diámetro producido por el impacto de un meteorito que ha caído justo en el mismo sitio por donde acababan de pasar instantes antes. ¿Suerte? Más bien todo lo contrario.

Los fragmentos producidos en el choque, lanzados en todas direcciones a velocidades típicas de 1 kilómetro por segundo (más rápidos que una bala de fusil), son temibles proyectiles. A no ser que los trajes espaciales ideados por Hergé (estética Michelín, aunque no demasiado diferentes a los que emplearían los astronautas de las misiones Apolo) sean muy resistentes, el paseo lunar de nuestros amigos debería haber finalizado aquí, incluida la carrera de Tintín como reportero.

Precisamente, la constante erosión a la que se ve sometida la superficie lunar debida al continuo bombardeo de meteoritos, de mucho menor tamaño que el citado, es la causa de que las montañas selenitas sean más redondeadas y menos escarpadas de lo que el anguloso relieve dibujado por Hergé sugiere. Acierta plenamente, en cambio, al imaginar un cielo bien negro, en razón de la ausencia de atmósfera.

Finalmente, la imagen de la Tierra que contemplan nuestros aventureros desde la Luna no es exacta. La Tierra, con un radio cuatro veces mayor, se ve cuatro veces más grande a como se nos aparece la Luna desde la Tierra (¡Bravo Hadock!), pero en todas las viñetas se muestra limpia de nubes, cuando, habitualmente, está cubierta en parte. Además, debe presentar, como la Luna, fases.

Sin embargo, se muestra siempre plena, mientras la Luna está en cuarto creciente como indican las imágenes de aproximación de la nave. Desde la zona central de la cara visible, el cráter Hiparco donde aluniza la nave, debería verse media Tierra y situada mucho más alta sobre el horizonte, cerca del cenit del lugar.

¿Cuánto tiempo permanecieron Tintín y sus acompañantes en la Luna? A pesar de que Hergé no lo indica claramente, basta considerar que a su llegada la Luna estaba en cuarto menguante y cuando parten, está a punto de caer la noche lunar: "El sol ha desaparecido completamente; sólo algunas cumbres restan todavía iluminadas", señala Tintín. Por tanto, ha pasado un tiempo próximo a media lunación o día lunar, es decir, unos 14 días. Hasta la vista, Tintín.

Portada de la llegada de Tintín a la Luna.
Portada de la llegada de Tintín a la Luna.

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