Navidad
La tradición impone que El Mesías se interprete en Navidad, aunque sólo una tercera parte de la obra hace referencia al nacimiento de Jesús. Más aún: el célebre Aleluya, incansablemente reproducido en los centros comerciales durante estas fechas, cierra los números centrados en la Pasión de Cristo, por lo que sería más apropiado ejecutarlo en Semana Santa. Sin embargo, es ahora cuando se espera oírlo, y cuando el Palau -como tantos otros auditorios- lo incluye en su programación.
Este año interpretó la obra uno de los grupos más en boga dentro del campo de la música antigua: el director americano William Christie, con un grupo -Les Arts Florissants-, cuyo nombre viene de una ópera de Charpentier. Hicieron un Mesías, como cabía esperar, ágil, transparente, vivo y riguroso. Los instrumentos originales proporcionaron el color ligero e incisivo, el número de intérpretes -pequeño, aunque no tanto como el que exhibieron The Sixteen en sus sucesivas visitas- facilitó la luminosa claridad de la textura y la posibilidad de seguir, sin problemas, cada uno de los hilos musicales. Por último, la dirección de Christie estimuló unos tempi nada morosos, un ajuste que sólo se resintió algo en el Da Capo de la famosa aria The trumpet shall sound, y una cuidadosa atención al texto, iluminado con gracia y sentido dramático, sobre todo en las dos primeras partes.
El Mesías
De Haendel. Coro y Orquesta de Les Arts Florissants. William Christie, director. Sunhae Im, Sophie Daneman, Christophe Dumeux, Topi Lehtipuu, Neal Davis, solistas. Palau de la Música. Valencia, 15 de diciembre de 2002.
También cabía esperar que las partes de contralto, tanto en el coro como en las voces solistas, se adjudicaran a contratenores y no a mujeres. Con las ventajas y desventajas que, lógicamente, se derivan de esta opción: en cuanto a las primeras, el color más diferenciado, que ayuda a delimitar su línea con mayor holgura cuando andan varias voces en juego, así como la ampliación de la paleta tímbrica. Las desventajas, sin embargo, pesan igualmente: no es lo mismo cantar con voz natural que hacerlo en falsete.
Por otra parte, Les Arts Florissants, presentó a unos solistas similares, en cierta forma, a los que actúan con la mayoría de grupos de música antigua: se trata, en general, de buenos cantantes, conocedores del estilo, emisión normalmente límpida, capacidad para las agilidades y una articulación correcta de las frases. Virtudes, sin embargo, que no solventan el problema de caudales sonoros sin la entidad suficiente para enfrentarse a una orquesta, aunque sea tan reducida como la de Les Arts Florissants. Sería deseable que estos grupos pudieran redondear su gran aportación en el terreno filológico con solistas cuyas prestaciones estuvieran al mismo nivel que las de los instrumentistas y coros que les flanquean.
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