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Crónica:FÚTBOL | LIGA DE CAMPEONES
Crónica
Texto informativo con interpretación

Gigantesco Palop

El portero del Valencia termina como héroe de un partido que cobró interés y emoción en la segunda parte

Santiago Segurola

El Valencia aguantó a pie firme en la glacial noche de Highbury, donde se jugó un partido de pierna fuerte y pocas exquisiteces. Partido más apto para los ingleses que para el gusto español, pero el Valencia no le hace ascos a este tipo de fútbol intenso, por no decir que se siente en su elemento. A la cabeza de los resistentes se puso Palop, héroe del encuentro. Los delanteros del Arsenal no le exigieron demasiado, pero cuando lo hicieron se encontraron con un portero que terminó crecidísimo.

ARSENAL 0 - VALENCIA 0

Arsenal: Seaman; Lauren, Campdell, Cygan, Ashley Cole; Ljunberg (Wiltord, m. 79), Vieira (Parlour, m. 35), Gilberto Silva, Pires (Kanu, m. 83); Bergkamp; y Henry. Valencia: Palop; Curro Torres, Ayala, Pellegrino, Carboni; Angulo, Albelda, Baraja (Fabio Aurelio, m. 87), Vicente (Rufete, m. 68); Aimar (Marchena, m. 81); y Carew. Árbitro: Milton Nielsen (danés). Expulsó a Angulo (m. 72) con roja directa por golpear a Cygan con la mano. Unos 38.000 espectadores en el estadio de Highbury.

Se echó en falta lo que los jugadores son capaces de añadir por su cuenta

No estuvo el partido para sutilezas, aunque el juego mereció a alguien capaz de modificar cierta pesadez táctica, que se alivió en la segunda parte, bastante más agitada. Precisamente porque los dos equipos funcionaron como relojes en lo que los entrenadores quieren, se echó en falta lo que los jugadores son capaces de añadir por su cuenta. El caso es que había unos cuantos de naturaleza creativa en Highbury. El veterano Bergkamp salió como titular, algo poco habitual en los últimos tiempos. Del jugador holandés siempre se esperan detalles deliciosos que terminan por traducirse en algo importante. Pero Bergkamp se sintió incómodo en un partido para espíritus fuertes, para gente como Albelda, Pellegrino, Carboni o Ayala. O para los más fogosos del equipo inglés, entre los que tampoco se encontró Henry, jugador de condiciones excepcionales, rebajadas por un punto de indolencia.

Aimar representaba la esperanza de lo diferente en las filas del Valencia. No tuvo ocasión de demostrarlo. Todo iba demasiado rápido y con demasiado filo, uno de esos combates sin tregua que tanto aprecian los entrenadores y el público inglés, siempre agradecido con lo que el fútbol significa de pugilato. Hasta Aimar participó de ese sentimiento un poco exaltado. Corrió, persiguió, saltó, cumplió con todos los deberes básicos, y hasta protagonizó alguna paradoja en los balones altos, donde comprometió seriamente al gigantesco Campbell. Por no hablar del intempestivo tratamiento que le dio Gilberto Silva, según la vieja regla que alimenta la rivalidad entre argentinos y brasileños. A Pablo Aimar le faltó participación y alguien que le ayudara a sacar el partido del piñón fijo. Suele ser Baraja, pero en Highbury dedicó todo su esfuerzo a la intendencia.

El primer tiempo se quedó en poca cosa. No había manera de romper la dinámica del partido. Los dos equipos iban y venían, atentos a mantener el dibujo, a recortar espacios, a presionar con una obstinación admirable. Pero juego, no. El partido estaba para otras cosas. Para los paladares que se recrean con cualquier minucia táctica, quedó cierto desequilibrio en el lado derecho del Valencia. Alrededor de Pires, Bergkamp y Ashley se generó un amago de incendio en la defensa del Valencia. No pasó de ahí. La única ocasión del Arsenal -un mano a mano de Henry con Palop- fue desbaratado por el portero, que estuvo impecable toda la noche.

En buena medida, el Valencia le debió el resultado a Palop, uno de esos porteros que parecen nacer con la condición de suplentes. Es lo que ha sido toda su vida, un futbolista a la sombra de otros. De aspecto un poco extravagante, de gestos acelerados, sin una gran estampa, Palop puede presumir de tres intervenciones decisivas. La mejor fue su rechace a un tiro de Ljunberg, que se lució en un control magistral en el área, del que salió libre para el remate. Se interpuso Palop, como luego sucedió en un cabezazo de Bergkamp y especialmente en lo que parecía un gol de Kanu. El portero puso delante el corpachón, se jugó la vida y desvió el remate. La pelota quedó suelta en el área. De fallar el gol se encargó Wiltord, que la pegó con la uña. Eran los momentos donde el Arsenal echaba todo el carbón a la máquina, con el aliento de su fiel hinchada, al final de un encuentro que cobró interés y emoción en los últimos minutos.

La expulsión de Angulo produjo el efecto esperado sobre los dos equipos. Benitez retiró a Vicente, después a Aimar y más tarde a Baraja. Por las características de los tres, eso hablaba del partido que se temía el técnico del Valencia en los últimos instantes. Así fue. El Arsenal empujó con todo, aunque sin demasiada claridad. Sin embargo, el Valencia daba síntomas de flaqueza. Era la hora de defenderse con coraje, y por ahí no fallaron jugadores expertos como Ayala y, muy especialmente, Pellegrino, un jugador extremadamente listo que no descubre jamás sus limitaciones. A ellos les tocó aguantar la marea, que creció lo suficiente como para poner en graves dificultades al Valencia. Pero salió vivo y bien de Highbury, que no es poca cosa.

Vieira, capitán del Arsenal, y Aimar, en el suelo, pugnan por un balón.
Vieira, capitán del Arsenal, y Aimar, en el suelo, pugnan por un balón.REUTERS

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