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La abstención masiva de los serbios vuelve a forzar la anulación de la elección presidencial

El presidente Kostunica se niega a reconocer los resultados y apelará al Tribunal Supremo

Se cumplieron los peores pronósticos y la tercera elección en 70 días tampoco sirvió para elegir un presidente para Serbia. No se alcanzó la participación electoral del 50% más un voto que establece la ley para la primera vuelta.

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El panorama de la sociedad serbia que refleja la votación de ayer no puede ser más desolador y preocupante. De los 6,5 millones de votantes, más de 3,5 no acudieron a las urnas. Un elevado porcentaje de ellos se puede considerar perteneciente al partido del desencanto con el régimen democrático implantado tras la caída de Milosevic. Más de un millón de electores han dado su voto a dos elementos ultranacionalistas con marcados rasgos fascistoides. Seselj se distingue por su violencia verbal y ha llegado a declarar: "A los croatas hay que arrancarles los ojos con un cucharilla oxidada".

Un vocal de mesa controla a un votante marcado con tinta invisible.
Un vocal de mesa controla a un votante marcado con tinta invisible.EPA

Una crisis sin visos de solución

A la tercera, en Serbia, no fue la vencida. De nada sirvieron los llamamientos de la máxima autoridad para los serbios, el patriarca de la Iglesia ortodoxa serbia Pavel; ni las recomendaciones de la Europa a la que Serbia aspira a integrarse, expresadas a través de la Unión Europea y del Consejo de Europa; ni los anuncios que incitaban a votar de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).La abstención, por encima del 50%, invalidó de nuevo la elección presidencial en Serbia y deja al país sumido en un crisis política que dura ya meses. Demasiado tiempo para una Serbia que parece hundirse en el desencanto poco más de dos años después de una rebelión de la sociedad civil que apuntilló, primero en las urnas y después en las calles de Belgrado, al régimen despótico de Slobodan Milosevic.No reviste la menor gravedad que la presidencia de Serbia quede vacante cuando, a principios de enero, el actual mandatario, Milan Milutinovic, haga el petate y tome el avión con destino a La Haya, donde le espera el Tribunal Penal Internacional para juzgarle por sus presuntos crímenes durante la guerra de Kosovo. La falta de contenido del cargo que se disputaba ayer en las urnas lo ha puesto de manifiesto el mismo Milutinovic, que en los dos últimos años parecía haber pasado a la clandestinidad, consciente de que, dada su situación procesal, no le convenía hacer demasiado ruido.La crisis política de Serbia no procede de la vacancia en la presidencia de la mayor de las repúblicas yugoslavas, sino del enfrentamiento, sin visos de solución, entre los dos grandes artífices de la coalición que derribó a Milosevic: Vojislav Kostunica y Zoran Djindjic.

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