Burbujas de fuel
Este año, Freixenet ha intentado no caer en un guión cien por cien ñoño para su tradicional anuncio. La historia protagonizada por Pilar López de Ayala relaciona el esfuerzo de ser actor con la perseverancia y el tiempo que requiere la confección de un cava. Es una metáfora muy sobada, sí, pero que describe una verdad que ni los cavistas ni los actores deberían olvidar.
Quitamanchas
El plastificado glamour que envuelve la publicidad navideña contrasta con las terribles imágenes que llegan de Galicia. Kilómetros de costa destruidos por la marea; rabia, impotencia, y un cortejo de autoridades perdiendo la ídem. Como complemento al seguimiento de la catástrofe (destacan los equipos capitaneados por Àngels Barceló e Hilario Pino) empiezan a abundar resúmenes adscritos a un género televisivo que pringa más que el fuel: la poesía-actualidad, que tanto triunfó el 11-S. Olas contaminadas rompiendo contra las rocas, peces muertos, cielos encapotados, todo filmado a cámara lenta, y de música de fondo, unas gaitas.
Más gaitas
Alfonso Guerra estuvo en La aventura del saber y Juan José Lucas en La mirada crítica. Ambos hablaron de exposiciones. En un momento dado, Lucas comentó una foto de Franco y Hitler en Hendaya y dijo que estaba retocada. El totalitarismo nunca dudó en modificar la realidad para salir más favorecida. Lo hicieron Stalin, Hitler, Mao, Franco, y lo intentaron los sucesivos gobiernos de una democracia que hace compatibles a Fraga, Leonardo Dantés y guardias civiles gays. Ahora, la modificación de fotos está al alcance de cualquiera que tenga tiempo y un programa Photoshop. Internet está llena de Kurnikovas en pelotas con cuerpos de otras, una forma de manipulación más inofensiva que la política.
Mola mazo
El libro Usted también puede ser famoso, de Coto Matamoros, desconcierta tanto como su autor. A primera vista se enmarca en la parasitaria mercadotecnia adosada a una fama efímera. Pero si el lector supera esta primera y justificada mala impresión, que responde al lado bocazas, barroco y jeta de este marciano azote de terrícolas, descubrirá algunas interesantes páginas en las que Matamoros demuestra ser un observador que no sólo conoce el lodazal del famoseo mediático, sino que, además, tiene capacidad para criticar, elogiar o compadecerse de su fauna, a la que retrata con amena y cruel perspicacia. Por un lado, ejerce de provocador y se pone estupendo soltando frases como: "La fama es una flatulencia". Por otro, analiza fenómenos como el de la banda de Tamara y sus mariachis de peluquín y silicona en unos términos lúcidos e inéditos: "Ese grupo de famosos, camuflado tras el confuso disfraz del tamarismo, representó para el orden establecido del cotilleo (...) lo que representó el dadaísmo para la cultura oficial de principios del siglo XX".
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