Antonino Caponnetto, 'padre' judicial de Falcone y Borsalino
La Mafia sigue siendo tema del día en la Italia de 2002. Por eso los telediarios concedieron ayer abundante espacio a la noticia de la muerte de Antonino Caponnetto, el magistrado que creó en 1983 el llamado pool anti-Mmafia de Palermo, en el que se forjarían figuras tan notables como los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, asesinados por la Cosa Nostra en 1992. Caponnetto ha muerto, en cambio, en la cama de una clínica de Florencia, la ciudad donde residía desde 1990, a los 82 años de edad y tras una larga enfermedad.
Morir así podría considerarse un lujo en un magistrado como Caponnetto, nacido en Caltanissetta (Sicilia) el 5 de septiembre de 1920, con un destino marcado por la presencia continua de la Mafia en el territorio de la isla. Antes de morir, el antiguo jefe del pool anti-Mafia tuvo tiempo de leer el último informe sobre la criminalidad nacional, hecho público por el Ministerio italiano del Interior, en el que se reconoce que la Cosa Nostra sigue controlando las riendas de buena parte de la actividad empresarial y de la vida, en general, de Sicilia.
Caponnetto luchó, dicen las crónicas, con las armas de la legalidad para oponerse al monstruo de mil tentáculos (la Piovra). El magistrado siguió el ejemplo de otros jueces, como Giancarlo Caselli, que conducían con éxito la lucha antiterrorista y "montó" en Palermo un equipo similar para desmantelar a Cosa Nostra.
Caponnetto llevaba una vida anodina hasta que en 1983 pidió sustituir al magistrado Rocco Chinnici, jefe de la Oficina de Instrucción de Palermo, asesinado por la Mafia. Desde ese momento se colocó al frente de la lucha contra la Cosa Nostra, convencido de que Sicilia había "pagado ya un elevado tributo de sangre" a la organización criminal. "Espero que ahora me dejen trabajar en paz", declaró el día de su toma de posesión.
Caponnetto puso en marcha un equipo a tiempo completo y dedicado en exclusiva a los procesos contra la Mafia, que, forzando a veces las leyes del procedimiento penal, logró desmantelar buena parte del edificio mafioso, en el llamado maxiproceso, de finales de los años ochenta.
Entre sus colaboradores figuraron enseguida Falcone, Borsellino, Giusseppe di Lello y Leonardo Guarnotta, aunque sólo los dos primeros alcanzaron una trágica notoriedad internacional.
Falcone descubrió al primer arrepentido, Tommasso Buscetta, que reveló con todo detalle al magistrado el organigrama completo de Cosa Nostra. Gracias a sus confesiones se produjeron docenas de detenciones de capos mafiosos que tuvieron que responder ante la justicia en el maxiproceso de Palermo. Condenados en primera instancia, la mayoría de estos padrinos fueron puestos en libertad por un tribunal superior.
En 1990, Caponnetto se jubiló con todos los honores, incluido el título de presidente honorario del Tribunal Supremo. Pero, dos años después, en 1992, le llegó el verdadero golpe cuando, en el plazo de un par de meses, tuvo que asistir a los trágicos asesinatos por la Mafia de sus más estrechos colaboradores, Falcone y Borsalino. Aunque nadie duda a estas alturas que los ejecutores de ambos crímenes fueron mafiosos -casi todos condenados y en prisión en estos momentos-, son muchas las hipótesis que apuntan a instigadores mejor situados en la sociedad italiana. Caponnetto, sin embargo, nunca dejó traslucir ninguna sospecha al respecto.
Tuvo también un breve paréntesis político, al ser elegido teniente de alcalde de Palermo en las filas de Leoluca Orlando, en 1993. Y fue candidato en tres ocasiones al cargo de senador vitalicio.
Ciudadano honorario de Palermo y Catania, pasó los últimos años de su vida dando clases a los alumnos de las escuelas italianas explicándoles los vericuetos de la justicia.
Antonino Caponnetto murió en Florencia rodeado por su esposa, sus tres hijos y sus cinco nietos. La capilla ardiente con los restos de Caponnetto ha sido instalada en el Palazzo Vecchio de la capital toscana. Muy lejos de las turbulencias de Sicilia.- LOLA GALÁN
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