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Carlos de Inglaterra desmiente que haya ocultado información a la policía

El príncipe niega haber puesto trabas en el caso de los mayordomos

Carlos de Inglaterra se vio ayer en la nada habitual y bastante incómoda obligación de tener que hacer público un desmentido. Sir Michael Peat, secretario del heredero de la corona inglesa, contradijo las informaciones publicadas por la prensa y aseguró que el príncipe nunca puso trabas a las investigaciones llevadas a cabo por la policía sobre las denuncias que recayeron sobre dos mayordomos de los Windsor y de la fallecida princesa Diana, Paul Burrell y Harold Brown.

En el caso de Burrell fue la reina la que salió malparada después de que el proceso contra el mayordomo se interrumpiera al recordar súbitamente la soberana una conversación privada con el sirviente que garantizaba la inocencia de éste a los ciegos ojos de la justicia. Ahora, en el caso de Brown, es su hijo primogénito, el príncipe de Gales, quien ha quedado en entredicho. Si el primer proceso puso al descubierto el caos que siguió a la muerte de Diana, la desaparición de muchas de sus propiedades y documentos, la relajada moral sexual que parece imperar entre la servidumbre de palacio y la falta de control sobre el destino de muchos de los regalos que recibe la familia reinante, el segundo caso se ha centrado en este aspecto.

Al comienzo de la audiencia del martes, el representante de la acusación hizo un largo relato de los cargos que pesaban contra el mayordomo Harold Brown poco antes de admitir que todas las pruebas se habían esfumado al quedar absuelto su colega Burrell un mes antes. El fiscal, que acusaba a Brown de haber sustraído las joyas que luego vendió, aseguró que cuando la policía le preguntó al príncipe Carlos sobre si tenía por costumbre hacer regalos al servicio, el heredero dijo: "Sí; por ejemplo, una botella de champán o trofeos ganados en partidos de polo".

A las palabras de la acusación contestó la defensa revelando una nota manuscrita del príncipe en la que autorizaba a sus empleados a quedarse un valioso anillo de oro. Esa contradicción, que ponía de relieve que la policía no tuvo toda la información sobre el trasiego de regalos, puso al príncipe en una posición incómoda en un momento en que su secretario investiga qué regalos se ha hecho a la servidumbre y qué han hecho con ellos.

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