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Subsidiaridad y nacionalismo

En la III Conferencia de Regiones con competencias legislativas, que se ha celebrado en la ciudad italiana de Florencia, el lehendakari Ibarretxe ha presidido el grupo de trabajo creado para debatir sobre el principio de subsidiaridad y su control. Como no podía ser de otra manera, Ibarretxe, aprovechó la ocasión para hablar de su propuesta "amable" y reclamó un estatus para las regiones con capacidad legislativa. Esta conferencia ha reunido a 72 regiones europeas con capacidad legislativa y su objetivo es defender a las entidades subestatales de cara a la próxima Cumbre Europea. La Declaración de Florencia ha sido remitida a la Convención Europea presidida por Valery Giscard D´Estaing, que está preparando el documento base de la nueva Constitución europea y que se aprobará en el año 2004 junto con la entrada de nuevos países.

El concepto que el PNV tiene de la subsidiariedad no es el liberal, el de la Ilustración, sino el de la integración comunitaria

La concepción moderna de subsidiaridad o de la función subsidiaria, implica la "devolución de la toma de decisiones y de la administración a la unidad más pequeña que pudiera realizar la tarea de manera más competente". El principio de subsidiaridad, representa, pues, el primer paso del principal objetivo de la Ilustración: "la maximización de la libertad individual". Y todo principio, cuyo objetivo primordial sea la libertad de cada individuo, tiene que estructurar todas las decisiones políticas, conceptos, programas, instituciones y procedimientos de tal manera que, en cada situación, esté el mayor grado de responsabilidad lo más cerca del individuo, de la persona, del ciudadano.

Ahora bien, la aplicación del principio de subsidiaridad supone no sólo descentralizar a favor del nivel regional todas aquellas competencias y funciones que puede ejercer en este nivel (como lo hace exclusivamente la propuesta de Ibarretxe), sino que también supone descentralizar o preservar a favor de los entes municipales aquellas funciones que requieren más proximidad con la ciudadanía. Por ello, cuando los socialistas han planteado en el Parlamento, en reiteradas ocasiones, la necesidad de una Ley Municipal Vasca, para descentralizar en los municipios competencias de las instituciones comunes y forales, lo han venido haciendo en aras al cumplimiento del principio de subsidiaridad. Porque, para los socialistas, el municipio es la unidad básica de la convivencia civil, una pieza esencial para el funcionamiento del sistema democrático y el ámbito donde de forma más directa puede ser ejercido el derecho de la ciudadanía a participar en la gestión de los asuntos públicos.

Sin embargo, en el País Vasco, el esquema institucional diseñado a partir del Estatuto de Gernika y la Ley de Territorios Históricos ha impedido la existencia de una Ley Municipal vasca. El nacionalismo gobernante ha desarrollado en la comunidad autónoma un sistema centralista, relegando a un segundo plano el papel de los Municipios y no reconociendo el potencial que tiene la Administración local por su proximidad a la ciudadanía y sus problemas. En estos 23 años de autogobierno vasco, los municipios han sido los grandes olvidados. Y el nacionalismo gobernante ha incumplido de forma reiterada tanto sus propios compromisos asumidos en los programas de gobierno como los mandatos del Parlamento que le ha instado en repetidas ocasiones a elaborar un proyecto de Ley Municipal.

Al PNV no le ha interesado este debate de la descentralización de Euskadi, en aplicación del principio de subsidiaridad en favor de los ayuntamientos vascos, porque ha entendido que era perder poder. Y no le va a seguir interesando de momento. Ni tan siquiera en el marco de las elecciones más propicias para hablar de ello, las municipales. Porque la estrategia del PNV para estos comicios pasa por hacer de ellas un plebiscito con la propuesta amable de Ibarretxe y el populismo con que la está desarrollando, utilizando dinero público, para igualar y superar, si es posible, los resultados obtenidos en las pasadas elecciones autonómicas por la coalición nacionalista. Su portavoz, Joseba Egibar, ya ha anunciado que "se debe presentar un borrador del articulado de la propuesta del lehendakari en el plazo de seis meses", acortando los tiempos dados por el propio Ibarretxe en el Parlamento; es decir, para que esté preparado para la campaña electoral. Por de pronto, al PNV le interesan cuestiones más urgentes, como es la reforma de la ley electoral en Alava, para recuperar la Diputación alavesa. Ya lo hizo también en las pasadas elecciones autonómicas, rebajando el porcentaje mínimo de representación, del 5% al 3%, para garantizar la presencia de IU en el Parlamento.

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El concepto que tiene el PNV del principio de subsidiaridad no es el liberal, el de la Ilustración. Lo reivindica, básicamente, para conservar y perpetuarse en el poder, con esa vocación totalizadora y de partido-comunidad que tiene del proceso de construcción de la nación y del Estado vasco. Mientras que en el pensamiento ilustrado la subsidiaridad significa autonomía individual, en el pensamiento del nacionalismo significa integración comunitaria. El nacionalismo confunde la identidad personal con la supuesta identidad comunitaria, la nación o el pueblo (Euskal Herria). Cuando el nacionalismo reivindica la subsidiaridad no está hablando del derecho de cada uno a ser diferente, sino del derecho de cada comunidad a defender la identidad colectiva, imponiéndola por la fuerza a los individuos. Precisamente por ello, la ideología nacionalista de la identidad colectiva nació para combatir el modelo ilustrado de progreso.

Iñaki Pierrugues Barberán es parlamentario vasco y miembro del Comité Nacional del PSE-EE

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