La Real arrasa al Barcelona
El equipo donostiarra perdonó una escandalosa goleada a un rival encomendado a su portero
Durante años, mucha cosas diferenciaron al dream team de Cruyff del resto de los equipos, pero había una que le hacía especial. El Flaco exigía a cada jugador tener una jugada en la cabeza, estuviera donde estuviese, por si le llegaba el balón. Por eso el fútbol era rápido, ágil, de primer toque. Pues bien, eso que ha dejado el Barça en el olvido, lo ha recogido la Real Sociedad con guantes de seda, lo ha limpiado de moho, le ha sacado brillo y lo despliega por el césped con el mismo desparpajo que si lo hubiera inventado ayer. El Barça de Van Gaal juega a dos o tres toques, la Real de Denoueix, a uno. De ahí la diferencia de ritmo, de velocidad, de calidad que separa a ambos equipos. De ahí que uno, la Real, esté entregado al espectáculo y el otro, el Barcelona, a evitarlo.
REAL SOCIEDAD 2 - BARCELONA 1
Real Sociedad: Westerveld; López Rekarte, Jáuregui, Schürrer, Aranabal; Karpin, Aranburu, Xabi Alonso, De Pedro; Nihat (Tayfun, m. 85) y Kovacevic (Khokhlov, m. 90). Barcelona: Bonano; Gabri (Rochemback, m. 69) Puyol, Reiziger (Overmars, m. 62), F. Navarro; Xavi; Saviola (Giovanni, m. 83), Riquelme, Cocu, Motta; y Kluivert. Goles: 0-1. M. 33. Kluivert dispara desde fuera del área. El balón lo despeja Westerveld al palo, pero rebota en su cuerpo y se cuela. 1-1. M. 39. Xabi Alonso saca un libe indirecto y Kovacevic sorprende a la defensa azulgrana con un cabzazo en el pico del área pequeña. 2-1. M. 53. Kovacevic, por encima de Bonano. Árbitro: Pino. Expulsó a Motta (m.75) y Overmars (m. 90) por protestar. Amonestó a De Pedro, Westerveld, Alonso y al medico de la Real, doctor Escobar. 26.000 espectadores en Anoeta.
Presuntamente, Van Gaal, amparado en la resurrección de Leverkusen, tiró de los jugadores más solventes y puso de salida juntos a Saviola y Riquelme. Tiró dos líneas a lo ancho del campo e incrustó a Xavi entre ellas, con Kluivert como único punta. No era una mala opción para frenar la velocidad de Nihat y desenchufar su fútbol eléctrico. No era una mala opción en la libreta. En el campo, fue un borrón. En 25 minutos, la Real Sociedad le había hecho cinco ocasiones rotundas de gol sólo perdidas por la inspiración de Bonano o la mala suerte.
La Real arrolló al Barça porque juega a otra velocidad, tiene la mente despejada, se sabe la lección de Denoueix al dedillo, está en estado de gracia y tiene a dos futbolistas especiales. Uno, Xabi Alonso, maneja los partidos con una sabiduría impropia de su inexperiencia, y otro, De Pedro, tiene con el balón una relación tan especial que parecen buscarse el uno al otro Ambos rompieron la primera línea del Barca y comenzó el festival. El Barça sin balón es un juguete roto y la Real un espectáculo. Con la ingeniería repleta, Kovacevic impartió su habitual clase de cómo un delantero centro de verdad tiene más recorrido que el área.
A la media hora, Van Gaal pidió a sus jugadores que tuvieran el balón, para nada o para todo, es decir para que no lo tuviera la Real. Y en esas estaba, tonteando, enfriando el juego cuando Kluivert cazó un gol inverosímil en un golpe de fortuna.
Un espejismo, un accidente leve. La Real ni se inmutó, tragó saliva y en dos zarpazos restableció el orden jerárquico del partido. Primero apeló a la estrategia y después a la calidad. En ambos casos, el protagonista fue Kovacevic, aunque el muñidor fue el equipo entero.
Van Gaal tiró la libreta y apeló al clásico catón: quitar defensas y poner delanteros. Por momentos parecía que podía cercar el área, por momentos se vio a Riquelme, siguió desaparecido Saviola, entró Giovanni. En ello estaban, cuando a Motta se le fue la lengua y se fue del partido.
En la lucha desigual, el Barça tiró de orgullo, pero es difícil ganar cuando el rival es mejor y cuando tus únicas armas son el portero y el delantero centro, cuando en medio hay poco o nada.. Curiosamente, la Real estuvo a punto de pagar un pecadillo de soberbia. Cuando pudo jugar cuesta abajo, cuando remontó, cuando tuvo superioridad numérica, miró hacia atrás y dejó crecer a un enemigo que por puro dolor de sus heridas se revolvió con algún tacto. Un disparo de Riquelme fue su único botín. El siguiente llegó en la prolongación cuando Overmars encogió el corazón de Anoeta con un disparo a bocajarro que repelió Westerveld.. Eran los estertores de un partido roto. Van Gaal, el rey del esquema, tuvo que romperlo todo para encontrar algo. Sumó delanteros por doquier, aunque de algunos no hubo ni noticias. Rochemback sólo vio la cal de la raya, existen dudas de si Giovanni llegó a tocar el balón. Sólo Kluivert vivió enchufado un partido que al Barça se le hizo muy largo. Por perder perdió hasta la imagen. Dos expulsados por dirigirse incorrectamente al árbitro es algo inapropiado. Motta y Overmars demostraron el estado de ánimo de un equipo que no sabe bien a qué juega. Que le pregunte a la Real y se lo recitará de carrerilla. Incluidos los suplentes.
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