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Reportaje:APUNTES

Músicos con vocación universitaria

Los alumnos del Conservatorio Superior de Valencia se quejan de la precariedad del centro

Mientras se habla de la creación de centros de alto perfeccionamiento musical y contratos millonarios a músicos de prestigio mundial, los alumnos del Conservatorio Superior de Música de Valencia se manifestaban la semana pasada ante el Palau de la Música, en la sesión inaugural de su ampliación, para protestar por las deficientes condiciones en las reciben clase. Un músico profesional con experiencia pedagógica comentaba poco después: "Con lo que han costado las puertas del Palau se podría dotar de material informático al conservatorio". Y es que hasta en eso andan escasos, por no hablar de la carencia de un auditorio propio, que es una reivindicación que viene de largo.

"Las infraestructuras necesarias para ofrecer una enseñanza de calidad son pésimas", resume tajante Robert Cases, secretario de la Asociación de Alumnos del Conservatorio. En un reciente comunicado, previo a la manifestación frente al Palau, se detallaban las deficiencias físicas que, por lo demás, un somero vistazo a este centro, adosado a la Universidad Politécnica, ponen en evidencia: aulas no insonorizadas y carentes de material; cabinas de estudio insuficientes "en las que no existe una dotación apropiada"; biblioteca precaria, "sin material ni horario flexible"; falta de material docente como proyectores, diapositivas, ordenadores, televisiones, equipos de música...

La falta de un auditorio, aulas no insonorizadas, la carencia de material docente, entre sus variadas quejas

Que haya unas condiciones adecuadas de insonorización en un conservatorio de música, parece una exigencia de sentido común. Pero es que varias de las reivindicaciones planteadas por el alumnado se limitan, según subraya Cases, a reclamar "que se cumpla el Decreto de Mínimos" que regula estas enseñanzas. "Debería haber 25 cabinas de estudio para cumplir la ratio y deberíamos tener un salón con 300 plazas de 100 metros cuadrados como mínimo, pero nada de eso se cumple en este caso". Los estudiantes recuerdan que el exámen final es un concierto con orquesta y "es necesario un local mínimamente acondicionado para hacerlo". Para paliar el problema, llevan a cabo un singular ejercicio de itinerancia que les lleva a espacios ajenos al conservatorio, como el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Educación, que según dicen les fue cedida el pasado curso para ejercer las funciones del inexistente auditorio. O bien, cuentan, si un grupo tiene la suerte de que su profesor goza de buenos contactos con alguna institución con auditorio o salón de actos aceptable, tiene garantizadas audiciones al menos de modo provisional. Tampoco es extraño ver a profesores realizando audiciones de alumnos en las dependencias del Conservatorio Profesional, donde se imparten enseñanzas de grado elemental o medio y que dista algunos kilómetros de su hermano mayor.

Para Joan Cerveró, director del Grup Instrumental de València, que hasta el año pasado fue también profesor del Conservatorio, es evidente que "no está adecuado para la enseñanza superior, sobre todo por lo que se refiere a las necesidades de que los alumnos practiquen, ensayen y actúen". Se le ocurren muchas necesidades de mejora, tanto relativas a la dotación instrumental o tecnológica como al espacio físico, pero, ínsinúa, "probablemente lo mejor sería hacerlo nuevo". Antonio Gómez, un músico que hizo la primera parte de su carrera en este edificio y acabó graduándose como compositor en Alemania, recuerda problemas tan básicos como que un centro que se dedica a la música de alto nivel esté ubicado junto a una autopista. Ya entonces pusieron en marcha una revista insólita llamada Ilegato.

Los alumnos, que han expuesto sus problemas concretos a los responsables de la Consejería de Educación sin ver un auditorio por ningún lado ni soluciones a la precariedad de que se quejan, plantean también otras cuestiones básicas de mayor envergadura como "el no reconocimiento de los estudios musicales como estudios universitarios", lo cual condiciona la dotación económica de los centros y "comporta que después de 14 años de estudio no consigamos una licenciatura", como señalaban en su comunicado. Llegan incluso a reivindicar "la adscripción a alguna universidad". Robert Cases recuerda que "la programación de la carrera en cuanto a su estructura en créditos y volumen de asignaturas no es tan diferente de una universitaria". En todo caso, en otros países europeos, como Alemania, las escuelas superiores de música están vinculadas a la universidad. Sin ir tan lejos, y obviando los problemas de infraestructuras, los estudiantes echan de menos también "programas de intercambio con otros conservatorios", como señala el portavoz de la asociación de alumnos, que se lamenta de no tener las mismas posibilidades que sus colegas del Conservatorio Superior de Madrid, que pueden hacer intercambios con Saltzburgo.

Así las cosas, los estudiantes han decidido movilizarse para buscar soluciones a su situación. En la asamblea celebrada el viernes establecieron grupos de trabajo para dirigirse a distintas instancias (departamentos de la Consejería, Universidad Politécnica, Inspección Educativa) con planteamientos concretos sobre cuestiones concretas y dispares: desde los aparcamientos al personal docente, sin olvidar las dotaciones físicas.

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