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Reportaje:

Una presidencia jonda

La mítica peña flamenca El Taranto de Almería cumple 40 años con una mujer al frente por primera vez en su historia

El día que Lola Benavides pisó por vez primera los aljibes árabes de Almería lo hacía por motivos profesionales. El jefe de la emisora de radio en la que trabajaba le encomendó retransmitir desde allí, la sede social de la peña El Taranto, una serie de recitales. "Pensé morirme. Me mandó el director de la entonces Radio Cadena Española. No tenía ni idea y no distinguía una seguiriya de una soleá ni un taranto de una bulería. Lo que ocurre es que una era joven y la ilusión siempre puede al miedo si eres joven. Y me atreví a hacer el trabajo con la inestimable ayuda de los miembros que formaban, allá por el año 83, la junta directiva", explica la periodista. Hoy, 20 años después, Lola Benavides es presidenta de una de las peñas más importantes de Andalucía, amén de ser la primera mujer que lleva las riendas en los aljibes del siglo XI.

En su balance de los años vividos recuerda con emoción sus inicios en la materia y su afán "por entender". "Me lo tomé en serio y me puse a escuchar flamenco por responsabilidad para distinguir un cante de otro. Escuché y requeteescuché y me empezó a gustar. Empecé a sentir emoción y mi alegría era inmensa cada vez que diferenciaba un palo de otro. Hasta que en una junta directiva me propusieron de vocal", rememora Benavides.

El resto fue cosa del pasar de los años, de la experiencia ganada con el tiempo y del tesón puesto en el trabajo. Lola Benavides desempeñó la vicepresidencia bajo la dirección de Agustín Molina, primero, y Alfredo Sánchez, después, justo en los años más duros para la peña al verse despojada de su sede social por el Ayuntamiento a finales de los noventa. Pasada ya esa "etapa negra", El Taranto afronta el nuevo siglo con la misma tradición de cante, de grandes voces y guitarristas que siempre ha contado y que llevaron a Antonio Mairena y Paco Vallecillo en una de sus visitas a identificarla como "la Capilla Sixtina del flamenco".

Para la flamante presidenta, su condición de mujer queda en mera anécdota cuando se trata de una institución tan consolidada. "Es cierto que es la primera vez, en sus 40 años de existencia, que El Taranto es presidido por una mujer. Pero no tiene nada que ver que seas hombre o mujer sino que quieras a la institución y que hagas un trabajo importante. Y yo voy a trabajar por la peña", advierte.

El amor por el arte jondo, el estudio continuo y la pasión por su peña la han llevado a un cargo que la enorgullece y que le propiciará vivir de primera mano, en 2003, los actos conmemorativos del 40º aniversario.

El embrujo de los pozos

Pocas asociaciones flamencas cuentan con actuaciones cada 15 días, como ocurre con la del Taranto. Y menos son las que pueden tener una semana grande en la que aglutinar las mejores voces jondas y las promesas más reveladoras del panorama flamenco, como hace cada año El Taranto en su Semana Flamenca de Mayo. Con un número de socios que roza las dos centenas, su secreto consiste, según la nueva presidenta, en el amor y el trabajo que cada miembro aporta al colectivo. "Todos los artistas nos tienen mucho cariño. Quizá sea por el trato y el respeto con el que los tratamos cada vez que vienen. Vamos a recogerlos a la estación de trenes, cenamos con ellos y les ofrecemos hotel. Ellos se siente cómodos con nosotros", apunta Benavides.

La peña cuenta también con la revista Taranto, una suerte de boletín informativo dirigida por José Criado que compila los momentos estelares del año en curso dentro de los aljibes, con periodicidad semestral. El tesoro más valorado por los artistas que por allí dejan su arte es el Trofeo de la Peña El Taranto, otorgado cada año a la mejor actuación flamenca en los pozos árabes. El último en ganarlo, Juan Moreno Maya, El Pele, reconocía en una entrevista: "Para mí ha significado mucho puesto que desde que tenía 12 años he frecuentado la peña. Era una ilusión muy grande que me hacía cuando entonces se lo dieron a los viejos".

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