Reconstruyendo Mágina

Quizá sea importante, en el momento en que se ve claro el asentamiento, marcar el propio territorio. En el país literario abundan las ciudades inventadas donde deambulan, viven y padecen o se enquistan los personajes de cada autor. El jinete polaco, de Muñoz Molina, es la historia de Mágina, pueblo natal del narrador, trasunto de Úbeda, lugar donde nació y creció el autor de la novela. El periodo que abarca está entre el asesinato de Prim en 1870 y la guerra del Golfo, en 1991. Un lapso en el que caben las pequeñas historias del pueblo, con sus heroísmos y sueños ocultos, en el que se recortan personajes como el abuelo, guardia de asalto que en 1939 terminó en un campo de concentración; los padres, campesinos resignados a su sino gris y al yugo de las costumbres y los recuerdos del protagonista, un traductor simultáneo en el presente, que rememora su niñez y adolescencia en un pueblo estrecho y aplastante del que sale sin mirar atrás.

A lo largo de este relato denso y lento van juntándose retazos de una memoria dura y amarga que el narrador ha arrinconado desordenadamente hasta el momento en que es capaz de reconstruirla sin resentimientos. Hasta el momento en que encuentra su lugar en el mundo al lado de una mujer a la que es capaz de amar profunda y sinceramente. Una mujer que vivió en Mágina y que guarda un baúl lleno de viejas fotografías.

Es desde ese lugar, el de la plenitud del gozo, y en ese momento, cuando pueden reaparecer pacíficamente los fantasmas, tomar cuerpo los afectos por seres que hasta entonces el narrador mantenía apartados, tal vez rechazados por su ruda simplicidad. El territorio literario que marca el autor no es el del pueblo llamado Mágina, sino el del presente capaz de construir un pasado, de integrarse en él y de transformarlo en el escenario mental donde se moldea la memoria; en tierra fértil para su imaginación, para su futuro. El jinete polaco es un cuadro de Rembrandt que retrata a un joven a caballo que huye arropado por la oscuridad de la noche, con la mirada puesta en algo que deja atrás. Una especie de amuleto que el comandante Galaz, héroe de Mágina, se lleva al exilio. En cierto sentido cumple el mismo papel para el narrador, hasta que es capaz de mirar su sombra a través de la penumbra.

Premio Planeta 1991 y Nacional de Literatura al año siguiente, fue la novela con la que Muñoz Molina (Úbeda, 1956) asentó su peso en el panorama de la literatura actual. La edición que se acaba de publicar difiere de la original en algunos pasajes, retocados por el autor para evitar reiteraciones. También ha hecho correcciones en la puntuación, ya que, según él, tenía un exceso de comas y frases demasiado largas. Pero son modificaciones casi imperceptibles para el lector. Once años después de su publicación, El jinete polaco sigue siendo una pieza indispensable en la bibliografía de Muñoz Molina.