De modelo a reincidente
El Camp Nou, apercibido ya por la UEFA, registra altercados en los partidos cruciales desde que Gaspart preside el Barça
El Barça, desde que Joan Gaspart alcanzó la presidencia en 2000, vive en un túnel sin fin. Nada funciona: el equipo lleva dos años en blanco (tres si se cuenta el último de Núñez) y lo que parecía intocable está muy dañado. La economía está rota (la junta busca recursos desesperadamente) y hasta el Camp Nou ha perdido su condición de modelo. Muchos de los partidos de su mandato se han saldado con incidentes. La lluvia de objetos que padeció Figo en el clásico, visto por medio mundo, no fue algo aislado. El partido de marzo pasado ante el Panathinaikos acabó con un paisaje turbio: el meta Nikopolidis fue alcanzado por una bengala, hubo lanzamiento de objetos y un faisán, surgido de tribuna, corrió tres minutos por el césped. La UEFA multó al club con 132.000 euros y le apercibió de cierre.
La amenaza de la clausura se cernió ayer de nuevo sobre el Camp Nou. La junta considera esa hipotética medida desproporcionada y procuró ayer dar una imagen de tranquilidad. "El Barça no puede controlar los sentimientos de la gente. ¿Cierre? Nadie resultó herido", dijo desafiante una voz autorizada del vestuario. Casi es lógico: Gaspart primero y Van Gaal después acusaron a Figo de provocador y su mensaje caló (Gabri dijo que podría haberse ahorrado lanzar los córners tras el parón) hasta el último empleado. Todos, salvo Cocu, que dijo que él, en un caso así, habría sentido miedo. El club fue sibilino y eligió para que hablaran ante la prensa los argentinos Riquelme y Bonano, que ha dicho mil veces que en su país los clásicos son mucho más fieros.
El hermano de Kluivert, libre
Competición analizará mañana el acta arbitral mientras la policía elabora su informe, basado en tres hechos: la rotura de lunas que sufrió el autocar del Madrid; el lanzamiento de las bengalas y las pesquisas para identificar a los espectadores implicados. Sólo hubo una detención: el hermano de Kluivert se enzarzó en una discusión con un vigilante (estaba ebrio) y durmió en Comisaría. Quedó libre por la mañana y regresó a Holanda. Eladio Jareño, experto en seguridad y portavoz de la Delegación del Gobierno de Barcelona, consideró los hechos graves y premeditados porque hubo quienes fueron a por Figo (la cabeza del cerdo, pero se distanció del cierre del Camp Nou. "Han pasado cosas iguales o más graves en otros estadios", dijo. "Hay que ser ponderado y valorarlo todo sin sobredosis de barcelonismo o antibarcelonismo".
La cuestión es que, avisa, los incidentes se suceden en el Camp Nou. En el primer Barça-Madrid, el primero de Figo con el Madrid y el primero de Gaspart como presidente, la lluvia de objetos fue sancionada con 9.000 euros. En octubre de 2001, en un Barça-Osasuna, dos gemelos fueron detenidos por agredir a un cámara en el palco. Uno de ellos ya tenía entonces la entrada prohibida al campo y el otro, ahora en esa situación, presenció hace unas semanas en el Miniestadi uno de los ensayos a puertas abiertas del Barça. En marzo, en el clásico, dos jóvenes del movimiento antiglobalización se esposaron a un poste (el juego se paró 7 minutos) y luego otros dos saltaron al césped en favor de los presos etarras. El año se cerró con la tumultuoso cita ante el Panathinaikos. Ya esta temporada, el Barça fue multado con 7.500 euros por las bengalas en el derby y un aficionado dio un susto tremendo al Alavés, que formaba para hacerse la fotografía, cuando reivindicó con una camiseta a Abelardo.
El clásico del sábado rozó lo inimaginable. "No se pueden buscar comprensiones ni de provocaciones de Figo", dijo Jareño, que consideró "indispensable" el compromiso del club para frenar los incidentes. Pero ni mil agentes evitaron el acoso. El Barça debía extremar el control del perímetro y los filtros del estadio, pero no funcionó. Algunos piensan que algunos objetos ya estaban dentro. "¿De qué nos extrañamos?", se preguntó Paco Gassó, miembro de seguridad del Barça y "avergonzado" como socio de Gaspart. "Él se reunió antes del día del Villarreal con los boixos nois pidiéndoles apoyo; el vicepresidente Closa dijo toda la semana que él no podía, pero que sus hijos silbarían todo lo que pudieran a Figo e imagino que el speaker recibió la instrucción de callar después de cantar su nombre". Quizá, como dice Gassó, lo peor es que la seguridad no tenía forma de frenar a un estadio que convive con la rabia: "No todo salió del Gol Norte . Muchos cosas cayeron desde los corners. Y la cabeza de cerdo, desde el lateral sur".
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