16 minutos de suspensión por la lluvia de objetos contra Figo

Sin un Ronaldo ni un Zidane que le sirvieran de cortina de humo, Luis Figo, el tránsfuga culé, se quedó a la intemperie por segunda vez para reeditar su tragedia ante el público que ahora lo escarnece y que antes lo adoró. En esta ocasión el portugués sí se atrevió a sacar de esquina. Y cada vez que lo hizo fue bajo una rociada de botellas de plástico -también una de whisky de cristal-, mecheros, un teléfono móvil y trozos de comida. Mal lo pasó el portugués en el primer tiempo y peor en el segundo, cuando le correspondió tirarlos en la zona de los Boixos Nois, la peña ultra del Barça. Puyol se desesperó para calmar a los hinchas, pero no hubo forma. La lluvia de objetos fue tan peligrosa como intolerable. Hasta tal punto que a los 28 minutos de la segunda mitad, cuando Figo iba a lanzar un córner, el Madrid decidió abandonar el césped. 16 después, el conjunto blanco vuelve y el portugués logra sacar.

En lo deportivo, a Figo lo marcó Cocu, ayer lateral izquierdo, al que, tal vez por señalar el territorio, el portugués le dio una patada en el tobillo apenas comenzado el choque.

Pero el principal marcaje que recibió Figo, pese a los esfuerzos de la megafonía, fue de la grada, agresiva con el portugués desde antes incluso del comienzo. El diez del madrid salió al campo, calentó, volvió al vestuario y regresó al campo sacando pecho bajo la lluvia de pitos y agua. Hizo ejercicios, como ausente, en el centro del campo, antes del inicio. Se acercó a la banda cuando sonó el himno del Barça. Y cuando el árbitro miró su cronómetro, Raúl le dio un beso en la mejilla con una palmadita en la cabeza. Y así empezó el partido.

Luego, el portugués, cada vez que intervino en el juego, escuchó la bronca de la grada y tuvo que esquivar el lanzamiento masivo de objetos. El portugués se lo tomó con buen humor: cuando le tiraron una botella de plástico de Coca-Cola, marca que le patrocina, elevó el pulgar al público. Pero realmente pasó peligro.