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VISTO / OÍDO

Roldán y los penados

"Prefiero un culpable en libertad que un inocente en la cárcel"; no recuerdo de quién es la frase. La aprendí de niño, y brota ahora en la contemplación de Roldán en la calle. Ya saben: es un ser absolutamente repugnante, ladrón con el botín a salvo, no sé si asesino cuando fue director general de la Guardia Civil. Pero prefiero que estos beneficios no se retiren. Cada uno tiene sus delitos más odiados, pero los penalistas liberales nos dijeron que hay que odiar el delito y compadecer al delincuente (Concepción Arenal). Confieso que no tengo compasión por Roldán pero tengo solidaridad por la idea general de preso, y mi odio se dirige a las cárceles. "Robaba de mis impuestos", dicen algunos, como si lo que importase fuese su propio dinero. Mala frase. La mayor parte de los españoles no pagan impuestos porque no ganan y habrá que considerar que no lo ganan porque otros lo roban del bien común: tendrían ellos más razón en quejarse. La libertad de este sujeto crea, dicen, "alarma social". Otra frase inexacta: la alarma es aquello que indica un riesgo inmediato. Roldán en media libertad no es una alarma, ni siquiera un escándalo, como se dice. Es el resultado del cumplimiento de unas disposiciones que moderan lo penal. O, al menos, son la interpretación de un juez. Algunos dicen, con sus medias palabras prudentes, que no quieren ni pensar que sea fruto del dinero robado. Lástima de idioma, de ideas (palabras tan próximas). Como cuando limitan beneficios a las víctimas del terrorismo para que no se den a los antidemócratas. Falta una definición del antidemócrata. Es lógico, si falta la de la democracia. Las víctimas son víctimas, independientemente de sus preferencias políticas. Va a quedar al arbitrio de quien da las recompensas, o sea del Gobierno: y quién cree que el Gobierno no es demócrata. Se amparan en el policía asesino Melitón, el primer asesinado del terrorismo vasco; era torturador, y asesino. Pero vivía en un régimen torturador y asesino, y los que lo definieron, le dotaron de una legislación, formaron tribunales y policías, eran los responsables. Nadie los ha castigado, ni los ha apartado; este 20 de noviembre hay quien recuerda con lágrimas verdaderas a los fundadores ideológicos y prácticos de ese régimen: son antidemócratas. Este mismo Gobierno evita en lo que puede condenar aquel pasado y ayudar a sus víctimas demócratas. Como si fuese antidemócrata.

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