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Reportaje:

La paradoja de Pafadnam

El ciclista africano que fichó por el Baqué para ganar en su país, tercero por falta de aclimatación

Erkaitz Elkoroibide acaba de cerrar en África el más inopinado de sus viajes, el que empezó sentado en su butaca, frente al televisor. Hamado Pafadnam, protagonista de la inusual historia que le une con Erkaitz, espera en vilo que su viaje no se detenga tan pronto. Ya no se trata de aprender a ser ciclista para llevarse el Tour de Burkina Faso, compromiso que Elkoribide, presidente Fundación Baqué, adquirió con Hamado y que éste no ha podido rematar. La bicicleta se ha convertido en una excusa, antes pasión. Hamado sólo quiere ser ahora el campeón de la supervivencia digna, por eso su periplo se mantiene abierto, y por extensión, no acaba de cerrarse del todo el de Elkoroibide. "Disputar el Tour de Burkina Faso ha sido una experiencia inolvidable pero dura. Allí, te da pena todo el mundo, no puedes ayudarles, te da un bajón porque la pobreza es inmensa en ese país", comenta Elkoroibide, recién llegado de un país que ha colocado a Hamado entre sus mitos.

Paradójicamente, los seis meses de estancia del ciclista africano en Durango, en las filas del Baqué, le han servido tanto para crecer como atleta como para robarle su anhelo de imponerse en el Tour de su país, una ex colonia francesa. La expedición del Baqué, cinco corredores, mecánico y masajista, con Elkoroibide al frente, apenas tuvo un día para acostumbrarse al cambio de mundo. Hamado tardó tres días en aclimatarse a las condiciones de su tierra, y perdió en el camino sus opciones de éxito. Algunos de sus compañeros de equipo, sencillamente nunca se acostumbraron al calor sofocante, las incomodidades o la comida y el agua, sospechosos.

"Hamado estuvo un poco enfermo las dos primeras etapas, perdió algo de tiempo y luego, aunque anduvo muy fuerte, no pudo recuperar las diferencias. Quedó tercero en la general y se le veía desilusionado", explica Elkoroibide, cuyos ciclistas sufrieron un calvario. Dos se retiraron y los que aguantaron sufrieron la miseria de su vida. Todos padecieron vómitos y diarreas. "Un par de corredores, enfermos, se nos descolgaban de salida. Parábamos en las cunetas para que hiciesen sus necesidades y no se bajasen de la bici. Además, nos habían dicho que en Burkina Faso el nivel era bajo, que la medía en carrera rondaba los 36 por hora y era falso. Ninguna etapa, siempre absolutamente llana, bajo de los 40 por hora y la más rápida fue de 45,8 por hora. La selección de Marruecos andaba muy bien, y mis corredores, que fueron sin entrenarse porque ya habían acabado la temporada, lo han pasado fatal", detalla Elkoroibide. Pese a todo, Aitor Galdós, sexto en la general, fue tres veces tercero y el mejor amigo de Pafadnam en la carretera, Ricardo Serrano, también completó la prueba, de 1.500 kilómetros de recorrido.

Más que el calor, la velocidad o los problemas físicos, la expedición de Baqué se ofuscaba por las noches, durmiendo bajo defectuosas tiendas de campaña por las que se colaba "de todo, desde mosquitos a sapos y culebras", recuerda Elkoroibide, que no contempla regresar a África. "Quizá aceptemos correr alguna otra vuelta en África, pero hay que pensárselo: los gastos corren en su mayoría de nuestro bolsillo y han rondado los dos millones, una burrada", reconoce.

El futuro de Hamado

Erkaitz Elkoribide ha contraído una deuda moral con Hamado Pafadnam y se niega a mirar hacia otro lado. Al término del Tour de Burkina Faso, el responsable del equipo Baqué ofreció al ciclista africano un sueldo y un soporte logístico para la creación de una escuela de ciclismo en Burkina Faso. Sorprendentemente, la idea no sedujo a Hamado, que ha preferido regresar a Durango, aprender castellano y ahorrar dinero. Elkoroibide lo tendrá a su lado el próximo mes de marzo, aprenderá el oficio de mecánico y trabajará al servicio de su equipo aficionado. "También competirá en alguna carrera porque le sobrará tiempo, pero creo que asume que nunca vivirá del ciclismo. Espero que dentro de poco acepte la idea de crear la escuela de ciclismo", confía Elkoroibide, que también manejó la posibilidad, ahora relegada, de emplearlo como jardinero en su propia casa.

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