Los excesos de Bosnich
El guardameta del Chelsea, en un psiquiátrico tras dar positivo por cocaína
Mark Bosnich (Sydney, 1972) quiso ser el mejor portero del mundo; también quiso convertirse en la bandera australiana en la espectacular Liga inglesa. Pero el epitafio de su carrera parece que va a ser mucho más triste. Tres días después de conocerse su positivo por cocaína en un test antidopaje, el guardameta del Chelsea ingresó el miércoles pasado en un psiquiátrico para tratarse de una "severa depresión", según anunció públicamente su representante.
Puesto que el técnico del Chelsea, Claudio Ranieri, prefiere al italiano Cudiccini y al holandés De Goey, Bosnich es el actual tercer portero del equipo, cobra unos 100.000 euros a la semana, y frecuenta los night clubs londinenses junto a su novia, la modelo Sophie Anderton, también acusada de consumo de cocaína.
Esta droga ya asoló a la estrella más grande del fútbol en la era modera, Diego Armando Maradona. En Inglaterra, el Arsenal estuvo al lado de su centrocampista Paul Merson cuando éste admitió ser adicto a la cocaína. Bosnich, por contra, ha sido cazado por un test aleatorio de la federación inglesa. De dar positivo en el contraanálisis previsto para dentro de un mes, el arquero australiano sería el primer caso de dopaje por cocaína en la historia de la Liga inglesa y se enfrentaría a un dura sanción (de uno a dos años), además de a la posibilidad de ser expulsado del club del oeste de Londres. Para el Chelsea, sin embargo, no será tan fácil echarlo ahora que el jugador está siendo tratado por depresión. Su contrato expira en 2004.
Tal vez se trate del último capítulo de Bosnich en su asiduo paso por los periódicos sensacionalistas británicos. Ya apareció en sus páginas 1996, cuando, defendiendo la portería del Aston Villa, saludó brazo en alto, a la manera nazi, a los aficionados del Tottenham Hotspur, muchos de los cuales son de origen judío. O en 1998, vestido con falda y acompañado por el delantero Dwight Yorke en una fiesta con dos mujeres.
No era éste el porvernir que soñó el chico de los suburbios del sudoeste de Sydney cuando fichó por el Manchester United con tan sólo 17 años. Era el final de los ochenta y la falta de un permiso de trabajo le obligó a regresar a casa, Australia, donde se casó con una inglesa y regresó a Inglaterra dos años después. Esta vez recaló en el Aston Villa y pronto se hizo un nombre en el duro torneo inglés. Ganó dos Copas de la Liga y, a finales de los noventa, fue considerado uno de los mejores guardametas de las islas. Ocho excelentes campañas y un momento cumbre: su brillante actuación con la selección australiana ante Irán, en un partido de clasificación para el Mundial de Francia 98, ante 100.000 hostiles hinchas iraníes.
Pero volvió al Manchester United en el ejercicio 1999-2000 y se le torció la fortuna. Había llegado a Old Trafford para sustituir al carismático Peter Schmeichel, pero apenas si tuvo tiempo de intentarlo. Lo evitaron las lesiones y su mala relación con el técnico, Alex Ferguson, que le acusó de sobrepeso. Sólo unos días después de firmar por el Manchester, fue arrestado tras una pelea con un fotógrafo en un club de strip tease en las vísperas de de su segundo matrimonio. Desde entonces y en casi dos años y medio trascurridos, sólo ha disputado ocho partidos.
Al curso siguiente, cuando Ferguson contrató al internacional francés Fabien Barthez, el destino de Bosnich estaba fuera de Old Trafford. Pasó seis meses en el banquillo antes de acabar en el opulento Chelsea. Y allí las lesiones y sus muchos excesos le han abierto las puertas del abismo.
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