El Valencia rehúye a Osasuna
La apatía pierde al equipo de Benítez, acomplejado ante la garra del navarro
El Valencia perdió ayer el carro del liderato en el sitio más insospechado. Osasuna, metido en escándalos y deserciones, tumbó a un equipo que presumía de solidez y que reculó ante la garra de un conjunto que, por momentos, dio a entender que al Valencia le podía la apatía.
Acostumbrados a deslumbrar en Europa, los valencianistas no supieron adaptarse a las estrecheces del campo y a las apreturas de la presión navarra. No podían moverse sin que una sombra rojinegra apareciese con anticipación y les robase todos los balones.
OSASUNA 1 - VALENCIA 0
Osasuna: Sanzol; Yanguas, Cruchaga, Mateo, Antonio López; Rivero (Puñal, m. 78), Pablo García, Alfredo, Moha (Gancedo, m. 69); Iván Rosado (Palacios, m. 85) y Aloisi. Valencia: Cañizares; Curro Torres, Ayala, Pellegrino, Fabio Aurelio (Juan Sánchez, m. 70); Rufete (Angulo, m. 46), Baraja, Albelda, Vicente; Aimar (Mista, m. 25) y Carew. Gol: M. 6. Jugada ensayada de Osasuna, Pablo García saca una falta y Rosado peina de espaldas completamente solo. Árbitro: Bernardino González. Amonestó a Moha, Baraja, Angulo, Albelda, Ayala y Vicente 15.700 espectadores en el estadio de El Sadar.
La salida en tromba de los navarros pronto trajo sus frutos. En el minuto 6, Osasuna se adelantaba en el marcador en una jugada de estrategia perfectamente definida por Iván Rosado. El esquema planteado por Rafa Benítez comenzaba a presentar fisuras cada vez más alarmantes.
Para culminar el desastre, Aimar tuvo que retirarse por unas molestias físicas que le alejarán tres semanas de los terrenos de juego. La gran forma física del argentino hacía presagiar un gran espectáculo que se rompió a los 20 minutos tras su lesión.
Sin el enganche de unión entre el desasistido Carew y un centro del campo muy deslucido, las carencias ofensivas del Valencia se agudizaron. Como un enfermo terminal, cada minuto que transcurría suponía una nueva agonía. La frescura de los locales contrastaba con la ausencia de pulsaciones del rival, falta de sangre y falta de ideas.
Osasuna, por contra, disfrutaba con su dominio sobre el terreno de juego. Alfredo dirigía la orquesta rojilla sin permitir ningún acorde disonante, Rosado traía de cabeza a la defensa valencianista y Moha enhebraba jugadas imposibles por la banda izquierda.
¿Y el Valencia? El Valencia, nada. Los aspirantes al título no encontraban su posición. El centro del campo veía cómo el balón nunca paraba en su terreno, sino que lo atravesaba por alto sin ninguna oportunidad de crear fútbol. El doble pivote de Baraja y Albelda se desesperaba mientras el tiempo transcurría inexorablemente en beneficio de Osasuna.
Benítez dispuso de toda su artillería ofensiva. Sin embargo, Angulo y Sánchez tampoco aportaron nada interesante. Sólo las ocasionales apariciones de Carew provocaban la inquietud. El Valencia no salió de la UCI ni cuando recurrió a los balones bombeados. Nunca entendió un partido pestoso, desagradable, y decidió retirarse a sus aposentos.
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