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Análisis:LAS PRIMARIAS DEL PP
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Fumata blanca en Quintanilla de Onésimo

Tres de los cuatro jinetes que persuadieron a Manuel Fraga para nombrar a José María Aznar en agosto de 1989 han hablado con nostalgia de aquellos viejos buenos tiempos

Cuando un ciclo político se agota, sus protagonistas abandonan la escena por voluntad propia o bajo el peso de una derrota. José María Aznar deja la escena principal con la esperanza de prolongar y perpetuar la vida útil del ciclo político que él encarna. En cierto modo, intenta seguir la máxima lampedusiana según la cual hay que cambiarlo todo (incluyendo el presidente del PP y candidato a las elecciones de 2004) para que todo siga igual (velando él mismo desde la nueva Fundación FAES para que ello se consiga).

El fichaje de Miguel Boyer, la gran estrella de la nueva Fundación, es un paso adelante en una relación iniciada en 1996. Ahora bien, ya Felipe González, mucho antes, había valorado a Boyer, razón por la que le nombró superministro en el Gobierno socialista de 1982. Alguna virtud tenía que tener el PSOE.

Trillo cree que no hay en la sucesión de Aznar diferencias con la de Fraga en agosto de 1989

La sucesión que digita Aznar acaba de conocer un antes y un después. La razón: tres de los cuatro hombres que ayudaron a encumbrar a Aznar han hablado.

Fue el 26 de agosto de 1989. Al chalé de Manuel Fraga, en la localidad coruñesa de Perbes, llegaban cuatro hombres. Fraga elegía a su sucesor y candidato a presidente de Gobierno. Francisco Álvarez Cascos, Juan José Lucas, Federico Trillo y Rodrigo Rato expusieron a su patrón que el hombre era José María Aznar. Dos días más tarde, Fraga daba su visto bueno.

El pasado 12 de noviembre, el ministro de Defensa, Federico Trillo, hizo maniobras. Políticas. Recordó en los micrófonos de la Cope que él había tomado parte en la sucesión de Fraga y que lo más adecuado sería, en el caso de Aznar, repetir la operación.

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La manera en que Trillo introdujo el tema no deja de ser interesante. Cuando es evidente que la decisión la tomará Aznar, el ministro de Defensa ha decidido hacer como quien parte de cero. Según Trillo, ya existe un modelo de sucesión en el Partido Popular. Si ello fuera así -aquí está el meollo-, Aznar debería respetarlo. Según Trillo, tendrán que ser "quizás aquellos ya no tan jóvenes y alguno más, incorporado en la consolidación de la refundación, quienes previamente se pongan de acuerdo con el presidente Aznar para proponer un candidato a la Junta Directiva".

La idea es, pues, un cónclave. Y quizá fuera una buena idea celebrarlo, en su momento, en Quintanilla de Onésimo (Valladolid). ¿Por qué no? No sería mal sitio para la fumata blanca.

La sugerencia de Trillo ha sido ante todo muy franca. Porque él no advierte en la sucesión actual problemas de fondo muy diferentes a los que se podían considerar en 1989. La sucesión de Aznar, viene a decir, es como la sucesión de Fraga. Por ello, todos los que participaron entonces y "alguno más" -Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas, tal vez- deberían volver a hacerlo.

Esa franqueza -la comparación de hecho entre las dos sucesiones- desagradó a Aznar. El mismo martes, cuando la candidatura de Ana Botella ganaba enteros mediáticos, el jefe del PP opinó sobre la idea de Trillo:

-Mi partido tiene un método de elegir a los candidatos, el que figura en los estatutos del PP, que le ha funcionado bastante bien, por lo menos conmigo, y yo espero que con el siguiente también.

Al día siguiente, otro de los jinetes importantes de aquella época, Rodrigo Rato, intervino casi como delfín in pectore cuando se le preguntó por el sistema de elección de candidatos:

-Es suficientemente expreso, está suficientemente claro.

¿En qué estaría pensando Rodrigo Rato?

Francisco Álvarez Cascos entró al trapo para descartar la iniciativa. Según Cascos, fue él mismo quien ya propuso un congreso como mecanismo para abordar el tema de la sucesión. Sin embargo, el cuarto jinete, Juan José Lucas, consideró que Aznar debía escuchar, entre otras, su opinión sobre el sucesor.

La referencia de Trillo a que "alguno más" podría participar, aparte de los históricos como él y los demás del cónclave de Perbes, tiene su miga.

Jaime Mayor Oreja, que entra en la categoría del "alguno más" apuntado genéricamente por Trillo, sigue siendo en las encuestas el candidato favorito para suceder a Aznar. El Pulsómetro elaborado por el Instituto Opina para la Cadena SER daba, el pasado 11 de noviembre, a Mayor Oreja como el miembro del PP preferido por la población, con un 23% de los votos, mientras que el 9% apostaba por Mariano Rajoy y el 7% por Rato. Pero, además, un 27% estimaba que el sucesor será Mayor Oreja; un 12%, Rajoy, y un 11%, Rato.

Cuando se habla de las encuestas, se dice: ¡Falta un año para que Aznar designe sucesor y medio año adicional para las elecciones generales! Claro. Pero es que España ha entrado de cabeza en múltiples campañas electorales prematuras. Lo primero: el Gobierno está en campaña permanente, sus ministros actúan con una ansiedad electoral nunca antes vista. El Gobierno es una maquinaria electoral, pura y dura.

He aquí un ejemplo evidente: las elecciones en Cataluña tendrán lugar, si Pujol mantiene el calendario, en el otoño de 2003. Y, sin embargo, Aznar parece haber comenzado en las últimas semanas el sprint catalán. En esto, Televisión Española es un espejo fiel. Por eso, las encuestas pueden ir consolidando las preferencias.

El arte del liderazgo consiste, según los expertos, en guardar la suficiente ventaja sobre el adversario como para controlar los acontecimientos y dirigir las políticas sin perder apoyo del público. Las encuestas dicen que esa ventaja a favor del PP ya no parece suficiente, al tiempo que el control sobre los acontecimientos registra grietas.

El descontrol de la inflación, por ejemplo, acaba de colocar a Rato en la picota. Hace poco, Aznar ofreció consejos a los países europeos para que sus economías florecieran. "Como aquí ha logrado Rodrigo Rato", dijo. Fue el pasado 21 de septiembre en el congreso del PP de Madrid.

Jaime Mayor Oreja, Mariano Rajoy y Rodrigo Rato, en la Fundación FAES el pasado lunes 11.
Jaime Mayor Oreja, Mariano Rajoy y Rodrigo Rato, en la Fundación FAES el pasado lunes 11.B. PÉREZ

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