El 'crack' de Gràcia
El miércoles se presentó en Gràcia el libro Josep Gironès, el 'crack' de Gràcia. Ídol pugilístic del segle XX, del que es autor el señor Juli Lorente. El acto se celebró en la sede del Ayuntamiento de Gràcia, en la plaza de Rius i Taulet, convocado por el Taller d'Història del distrito. En la mesa, presidida por la teniente de alcalde Núria Carrera, presidenta del Consejo del Distrito de Gràcia, nos sentamos Joan Àngel Frigola, presidente del Taller d'Història; Juli Lorente, y un servidor. Es probable que a algunos lectores les suenen los nombres de Josep Gironès y Juli Lorente. Entre el mes de septiembre de 1998 y el mes de febrero de 1999, escribí siete Hormas sobre la memoria oculta, ocultada, del boxeo catalán, artículos que me llevarían a conocer y trabar amistad con el señor Juli Lorente, autor de la Història de la boxa catalana y, junto con él, a rescatar, por segunda vez, del silencio y de la calumnia la figura del boxeador, campeón de Europa del peso pluma, Josep Gironès, el crack de Gràcia, figura popularísima en la Barcelona de los años veinte y treinta.
Todo empezó el día en que mi hijo José me dijo que había localizado en el número 25 de la calle de Xuclà una agrupación o asociación catalana de ex boxeadores. Me personé en aquella dirección y me atendió una chica que me dijo que a aquella hora (primera de la tarde) todavía no había nadie, que volviese más tarde. En la mesa frente a la que estaba sentada la chica vi dos respetables volúmenes. Eran los de la Història de la boxa catalana, de Juli Lorente. Pregunté si estaban a la venta, la chica me dijo que sí, los compré y me fui con mis dos volúmenes al patio del Ateneo, al jardín romántico del Ateneo, que me pareció el lugar más indicado para entrar en contacto con la memoria oculta, ocultada, del boxeo catalán.
"Leyendo el libro de Lorente di con Josep Gironès. Me sonaba ese nombre, pero ¿de dónde, dónde lo había oído? No lo había oído, lo había leído en las novelas de mi amigo Juan Marsé (en Un día volveré, dos personajes hablan de Gironès: "Dicen que era el mejor". "El mejor, sí"). Y luego descubrí que mi padre también había escrito sobre el campeón en La Publicitat. Tal vez fue a mi padre a quien le oí hablar de Gironès (mi padre era un buen aficionado y solía llevarme de chico a presenciar combates en el Price). Tal vez mi padre y Gironès fuesen amigos. La historia del campeón, la que corría por Barcelona cuando leí el libro de Lorente, no era nada agradable. Era la historia de un boxeador que durante la guerra ejercía de policía y torturó en una comisaría convertida en checa. Ésa era la historia que conocía mi colega Josep Martí Gómez, la misma que a Lluís Permanyer le había contado su padre. Probablemente la misma historia que debía de saber mi padre.
Fue Lorente, cuando le conocí, quien me dijo que se trataba de una calumnia, que Gironès fuera del ring era incapaz de pegar a nadie. Según Lorente, Gironès, al estallar la guerra, se alistó en el cuerpo de policía (para evitar el frente, como hicieron otros atletas de élite) y fue destinado a la escolta del presidente Companys. Luego se marchó a Francia y de allí a México, donde trabajó en una fábrica de su hermano pequeño y donde murió en 1982.
Según Lorente, esa calumnia era el resultado de la historia que había fraguado un falso Gironès, un boxeador mediocre, que se llamaba Gironès (en realidad, nuestro campeón se llamaba Juan, Josep Juan; Gironès era el apellido de la madre), que había sido policía en la misma comisaría de Sabadell en la que el campeón picaba expedientes y que, efectivamente, había torturado. El falso Gironès se hacía pasar por el campeón sin renunciar a su propio, oscuro y terrorífico pasado.
Eso lo descubrimos Lorente y yo cuando conocimos a Lolita, la hija de Gironès, del campeón, y pudimos hablar con ella. Fue entonces cuando Lolita nos mostró un par de artículos del periodista Josep Morera i Falcó, publicados en El Correo Catalán en 1968, en los que contaba la verdadera historia del campeón y aportaba un documento irrefutable: la entrevista que Morera i Falcó sostuvo con el falso Gironès en la que éste le contaba toda la verdad. (Y pensar que Permanyer, Martí Gómez y yo mismo coincidimos por aquellos años con Morera i Falcó en la redacción de El Correo Catalán).
Pues bien, el libro que Lorente ha escrito sobre el crack de Gràcia no sólo describe la carrera pugilística de Gironès, sino que rescata, por segunda vez, al campeón del olvido y de la calumnia. Es un hermoso libro, ricamente ilustrado, que sirve de colofón a la reivindicación del púgil de Gràcia, iniciada hace dos años, cuando colocamos una placa de mármol en el número 29 de la calle de la Llibertat, donde el 27 de agosto de 1904 nació Josep Gironès. Una reivindicación aupada por las autoridades municipales de Gràcia, a las que ahora sólo falta que se sumen las autoridades deportivas de la Generalitat (no olviden que el presidente Macià era un buen aficionado al boxeo y amigo de Gironès, guardaespaldas de otro presidente). 2004, el año del centenario de Gironès, podría ser una buena fecha.
P. S. El libro de Lorente puede adquirirse en la Agrupació d'Ex-Boxejadors (Xuclà, 25).
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