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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Mustafá Mashur, jefe espiritual de los Hermanos Musulmanes

Mustafá Mashur, de 83 años, jefe espiritual de la organización fundamentalista Hermanos Musulmanes, fue enterrado ayer en El Cairo en medio de grandes muestras de dolor. Con la muerte de Mashur, ocasionada por una embolia cerebral, se abre en el seno de los Hermanos Musulmanes una dura polémica sobre quién debe sucederle, aunque todos los indicios señalan al venerable jeque Moamun Hodeiby como su más seguro heredero.

Mashur se hizo cargo de la dirección de los Hermanos Musulmanes en Egipto en 1996, convirtiéndose en su quinto líder desde que esta organización fuera fundada en 1927. Fue un hombre controvertido y polémico, pero a la vez pragmático, que supo navegar con cautela por los laberintos de la política egipcia, lo que le había permitido en los últimos años que su organización fuera en ocasiones respetada, tolerada y pudiera incluso estar representada en el Parlamento, donde con la etiqueta de independientes tienen 17 diputados, convertidos hoy en el principal foco de la oposición.

Mustafá Mashur había nacido en el seno de una familia humilde en la región de Zagazig, en el norte del país. Estudió ciencias en la Universidad de El Cairo, donde empezó a militar en las filas clandestinas de los Hermanos Musulmanes, lo que le valió ser detenido y encarcelado en tres ocasiones y que le costó en total 21 años de cárcel. La primera detención fue en 1954, por su supuesta implicación en el asesinato del presidente Gamal Abdel Nasser y por lo que se vio obligado a cumplir 10 años de prisión. En 1985 se fue al exilio, del que regresó en 1990 convertido ya en un mito que le catapultó a la jefatura espiritual de la organización seis años más tarde.

Era un hombre discreto, lo que no le impedía defender ideas radicales, con acritud y firmeza, como las que expuso en 1997, cuando propugnó que la comunidad cristina copta de Egipto fuera gravada con impuestos especiales y se negara a sus miembros el derecho a participar en las tareas del Gobierno o en el interior del ejercito, olvidándose que el 20% de la población de Egipto -65 millones- son cristianos. 'Nosotros opinamos que nadie que no sea musulmán debe tener participación en el Gobierno del país', había asegurado a un semanario. Pero a pesar de estas manifestaciones, los Hermanos Musulmanes optaron tres años después, en las legislativas de 2000, apoyar las candidaturas independientes, incluidas las cristianas, en un esfuerzo por reconciliarse con los sectores occidentalistas egipcios.

Las relaciones de Mashur con el Gobierno de El Cairo fueron en los últimos años turbulentas, sobre todo tras el 11-S, cuando su organización fue el blanco de las iras oficiales y objeto de todo tipo de persecuciones. Pero Mashur no se calló y acusó al Ejecutivo de torturar a sus seguidores por la simple razón de que preconizaban la instauración de la sharia, la ley islámica, la creación de un Estado islámico y la formación de un califato, sin utilizar métodos violentos. Pero su mensaje nunca fue aceptado por las autoridades de El Cairo, que en 1954 habían ilegalizado su organización.-

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