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Columna
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Gibraltar

Increíble. Más del 90% de los gibraltareños rechaza la soberanía española, aunque sea compartida con la británica. Hablan como nosotros, viven bajo el mismo cielo, comparten Operación Triunfo y sin embargo no quieren ser considerados españoles ni que el rey de España o cualquier otro sucedáneo futuro les envíe mensajes de fin de año o les consagre a un apóstol, eso sí, de existencia improbable, Santiago. Nuestro ¡Santiago y cierra España!

Seguro que los gibraltareños, semanas después de ser secuestrados por los ingleses sentían añoranza de España, pero han pasado 300 años y no hay señales de que permanezca con vida ninguno de los habitantes del Peñón que tuvo que bajar la cabeza ante la bandera invasora. Los gibraltareños realmente existentes, no los metafísicos o los historificados, estuvieron y están tan cerca de España que la conocen en directo y están convencidos de que a lo largo de 300 años han tenido más ventajas por ser gibraltareños que los españoles por ser españoles. Además, saben inglés sin necesidad de recurrir a métodos milagrosos y se dan los buenos días en andaluz. ¿A santo de qué van a desear el retorno patriótico mediante una operación de política ficción?

Gibraltar para los gibraltareños, decisión implanteable hace 60 años, cuando lo único que leían los dirigentes políticomilitares españoles era En Defensa de la Hispanidad. Pero ahora tenemos la suerte de que varios miembros del Gobierno leen a Habermas y aplican su teoría sobre la nación real de los ciudadanos en contra de nacionalismos geológicos o gaseosos. Desde esta lógica, considerar a Gibraltar la última colonia de Europa significa aplicar un criterio territorial, en este caso peñascal, a lo que es una comunidad y una ciudad. El Gibraltar real, sus ciudadanos, acaba de situar a una altura de mayoría más que absoluta, total, el no a la soberanía española. Juguemos con reivindicaciones menos empeñadas y despeñadas que la de la isla Perejil o a la de un Peñón lleno de personas que no quieren ser españolas, de la misma manera que la Virgen del Pilar nunca quiso ser francesa y no hemos parado de cantar tan emotiva jota.

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