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'Colombia entera es mi guardaespaldas'

Técnico de culto para muchos entrenadores, Pacho Maturana está entusiasmado, a sus 53 años, de poder entrenar, por cuarta vez en su carrera, a la selección colombiana. El tiempo vuela hablando con él de fútbol, por mucho que se halle en Riyadh (Arabia Saudí), a la espera de que su actual club, el Al-Hilal, le dé permiso para regresar a su país.

Pregunta. Lo suyo con la selección colombiana es una convulsa historia de amor.

Respuesta. Sí, me siento agradecido, complacido y comprometido. Me ilusiona volver en un momento social difícil del país. Hoy le tuve que explicar a mi mujer que yo nunca salí de mala manera de la selección.

P. ¿Su mujer no lo entendía?

R. No, porque no es fácil coquetear con la angustia. Pero la experiencia te fortalece. Y dispondré de unos jugadores con los que gané la Copa América 2001, sobre quienes tengo ascendiente.

'Aimar y Saviola son los jugadores actuales que más me fascinan. No se les ve su techo'

P. Al ganar la Copa América, ¿pensó que iba a cambiar algo en Colombia?

R. Sí, durante el torneo, bajaron los secuestros. La guerrilla y los paramilitares pararon, pero después ese movimiento no se canalizó. A los 20 días, perdimos ante Perú y eso fue lo que quedó.

P. O sea, que sigue muy mal.

R. Es un pueblo de gran sensibilidad que ha sufrido tanto que estas pequeñas cosas del deporte pueden ayudarle. También el nuevo presidente [Álvaro Uribe] tiene nuestras esperanzas. La gente quiere que se acaben los secuestros para salir a la calle a pasear.

P. ¿Lleva guardaespaldas?

R. No. Colombia entera es mi guardaespaldas. Al contrario que en Argentina, la gente respeta a los ídolos, los protege. Es difícil que secuestren a un deportista.

P. ¿Qué dejó tras su paso por España (dirigió al Valladolid y al Atlético de Madrid)? ¿La zona?

R. Sí, a veces Lillo, Valdano y Benítez me hablan de eso. Traje un discurso y cada uno cogió lo que quiso. El otro día vi un Valladolid-Barcelona y Caminero, de defensa, manejaba con convicción conceptos que hace 10 años yo le enseñaba. Era impensable.

P. Ha hablado de Benítez, que ganó la Liga con el Valencia.

R. Y con un equipo de la hostia, como dicen ustedes. Me fascina. Lástima lo de Lillo, a quien le han puesto una cruz.

P. ¿Se considera su maestro?

R. No creo en maestros, sino en gente que quiere aprender. Cuando iba a Italia, visitaba a Mazzone [técnico del Brescia], Del Neri [del Chievo] o Ranieri [del Chelsea]. Todos se identificaron con el 4-4-2.

P. ¿Qué jugadores actuales le fascinan?

R. Hay dos que no se les ve techo: Aimar y Saviola. A ambos los vi con 17 años y me enamoré de ellos. Hay un tercero, un central argentino, Gabriel Milito, que desapareció por las lesiones y que ahora parece que vuelve.

P. ¿Cómo ha cambiado el fútbol desde que usted empezó en el Atlético Nacional y ganó la Copa Libertadores, en 1989?

R. El grupo le gana terreno a las individualidades, que son escasas. El fútbol actual es el de la triple s: space (espacio), speed (velocidad) y skill (habilidad). Se acabó el pelotazo y el contragolpe con un solo hombre. El equipo te reduce los espacios para contragolpear en bloque, y después aparece la calidad para aprovechar los espacios.

P. Los innovadores, como usted o Arrigo Sacchi, han pasado unos años difíciles.

R. Sí. Los innovadores siempre son sospechosos y siempre tienen que ganar. Ahí están Tabárez o Menotti. Si haces algo diferente, eres el blanco perfecto.

P. ¿Todavía le acusan de cuenta cuentos?

R. Ya no. Sólo hay que recurrir a las estadísticas. Dirigí en 88 partidos a la selección, con 48 victorias, 16 empates y 14 derrotas, un 69% de rendimiento.

P. ¿Qué tal futbolista fue?

R. Un central muy técnico. Hacía túneles y sombreros dentro del área. Raramente reventaba el balón. Fui elegido mejor jugador de Colombia en 1973.

P. ¿Cómo recibió la noticia de la muerte por un rayo del central Herman Gaviria?

R. Estaba chateando y me quedé impávido. A mí me pasó lo mismo en el América: hubo una tormenta en un entrenamiento, todos fuimos al suelo y un rayo mató en el acto a uno de los chicos, que llevaba una cadena de oro y, al parecer, atrajo al rayo. Fue muy angustioso.

P. ¿Sigue sacando conceptos defensivos del baloncesto?

R. Ya lo dejé. Ya todo está hecho en defensa. Ahora hay que buscar arriba. Estoy convencido de que la clave está en el centro del campo. El delantero debe aprender a ser volante y sorprender a las defensas. ¿Qué hay contra la habilidad de Aimar? La falta. ¿Y qué hay contra una defensa cerrada? La habilidad.

P. Se le nota muy ilusionado.

R. Estoy más ilusionado porque soy más fuerte. Soy un papel absorbente y, de todo lo que me pasa, saco su parte buena. Soy más entrenador y más persona, aunque a veces me avergüence de la deuda que tengo con mi familia: por el virus del fútbol me he perdido parte del crecimiento de mis hijos.

P. ¿Volverá algún día a su anterior profesión?

R. No lo sé. Soy un odontólogo en paro. Ejercí 14 años y durante tres años fui docente en la universidad de Antioquia.

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