El Málaga cobra confianza a costa de Osasuna
Ambos equipos venían a menos y fueron fieles a su trayectoria bajista. El Málaga y Osasuna parecen lejos de su lucidez futbolística, aunque mucho más grave es el caso del equipo navarro, que certificó en La Rosaleda su tercera derrota consecutiva y, además, sin haber sido siquiera capaz de conseguir gol alguno.
Al Málaga le proporcionó su triunfo, aunque mínimo, una buena terapia. Primero, porque Osasuna no le batió cuando tuvo oportunidades sobradas de hacerlo en los primeros 20 minutos, en los que se apoderó del centro del campo y llegó con peligro por las bandas al área de Contreras. En definitiva, sacó los colores a la defensa malaguista, pero poco más. Y después, cuando el cuadro de Joaquín Peiró decidió ir por el partido, porque su rival no supo oponerle mayores dificultades. Ni tuvo poder de reacción cuando más lo necesitaba. Recibió el gol de Darío Silva como un golpe definitivo y, tras el 1-0, quedó completamente sometido y vivió la mayor parte del tiempo restante embotellado en su propia área. La producción ofensiva de Osasuna se limitó en el segundo tiempo a un lejano disparo de Aloisi que Contreras detuvo sin complicaciones.
MÁLAGA 1| OSASUNA 0
Málaga: Contreras; Josemi, Fernando Sanz, Roteta, Valcarce; Gerardo (Manu, m. 56), Romero, Sandro (Miguel Ángel, m. 78), Musampa; Darío Silva y Dely Valdés (Leko, m. 87). Osasuna: Sanzol; Yanguas, Cruchaga, Mateo, Antonio López; Rivero (Muñoz, m. 55), Puñal, Moha (Ochoa, m. 59), Alfredo (Palacios, m. 73); Iván Rosado y Aloisi. Gol: 1-0. M. 68 Darío Silva, de tiro raso y cruzado. Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Romero y Valcarce, del Málaga; y a Mateo, Rivero y Cruchaga, de Osasuna. Unos 12.000 espectadores en La Rosaleda.
Es verdad que el resultado final indica que todo fue muy apretado, pero es que el portero Sanzol impidió en media docena de ocasiones que el Málaga ampliara su ventaja. Además, Gerardo y Valcarce estrellaron sendos lanzamientos contra los palos.
Tras dos derrotas consecutivas y su eliminación en la Copa del Rey, el Málaga encontró así oxígeno. Ya no juega con la solidez que le llevó a disputar el liderato hace apenas dos semanas, pero su solvencia es, sin duda, mucho mayor que la de Osasuna. Los dos equipos fueron también fieles a sus respectivas clasificaciones.
Pese a que comenzó desorientado y el público pitó repetidamente su juego -pudo ser peor si no es por un paradón de Contreras a un remate a bocajarro de Iván Rosado-, el Málaga se rehizo y salió a flote enganchado al coraje de Darío Silva y al criterio futbolístico de Sandro, jugador interminente de cuyas botas salieron los pases de todas las ocasiones de gol de las que dispuso el Málaga. Sólo tradujo una, pero ganó lo que más necesitaba: confianza.
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