_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ser o no ser español

Los llanitos no quieren ser españoles: pueden ser otra cosa. Cánovas, conservador, proponía, en 1876, como definición constituyente para el artículo 1: 'Es español el que no puede ser otra cosa' (Cánovas, de Benito Pérez Galdós). Es verdad que muchos españoles quieren serlo: los otros quieren sus autonomías; y su provincia; y antes, su pueblo. A mí me expulsaron moralmente con las armas en la mano: me incluían en la 'antiespaña' por mi manera de pensar. Aún tengo problemas. Un militante vasco me decía: 'A mí me bombardearon los españoles'. '¿Y quiénes cree usted que me bombardearon a mí?': a él y a mí nos bombardearon los alemanes y los italianos, más españolistas que nosotros. En Gibraltar -los llanitos- no quieren ser españoles, ni ser compartidos. Se los insulta. Radio Nacional (de España), en la tertulia que dirige Antonio Jiménez, los llamó de todo, y emitió una tesis: España y el Reino Unido se hubieran entendido, pero esos miserables 30.000 ciudadanos lo impiden. ¡Por dinero!, decían. Qué raro, en un mundo generoso y desprendido se han ido a reunir allí estos avaros codiciosos.

La gran derecha española se vuelca en esos juicios. La vieja alma franquista con sus conceptos de honor, patria, unidad y gloria. Franco lo manejó muy bien, y los jóvenes se iban a la Embajada británica a reclamar a gritos y a veces a pedradas. El ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, 'cuñadísimo', llamó al embajador y le ofreció más guardias de protección: sir Samuel Hoare le contestó: 'No, gracias; lo que quiero es que me mande menos manifestantes'. Aún existía el humor inglés, aunque casi siempre era irlandés.

La tierra es de quien la vive. Gibraltar, Ceuta, Melilla: digan lo que digan sus dolidos redentores, no son colonias. Son parte de Europa, y del mundo, por vocación de quienes las habitan. Tienen juntas las vocaciones de andaluces, ingleses, mediterráneos y europeos. La clave de los mares ya no es suya, ni de Ceuta o Tánger: hay guerras peores, y estas peleas son arcaicas. Si con ellas se pretende atacar las autonomías, defender las banderotas y los desfiles, y la 'Una, grande y libre' (los tres gritos de rigor, que decían), es otra cuestión. Que no se desvíen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_