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Entrevista:José F. A. Oliver | LAS LETRAS ALEMANAS HOY

'Alemania es un poeta turco, griego o español'

Autor de nueve libros -los dos más recientes, fernlautmetz (2000) y nachtrandspuren (2002), publicados en la prestigiosa editorial Suhrkamp-, José F. A. Oliver es una de las voces más notables de la poesía contemporánea en alemán. Gracias a lecturas públicas y talleres con jóvenes dentro y fuera del país, e invitaciones como la de trabajar de catedrático en la Universidad MIT en Cambridge (Estados Unidos) o desempeñarse como poeta laureatus en Dresde, este hijo de inmigrantes andaluces, nacido en 1961 en la Selva Negra, puede vivir de su escritura. De viaje por Alemania, entabla un diálogo con Babelia a través de Internet.

PREGUNTA. ¿Conoce la expresión 'patria chica'? ¿Es apropiada para definir lo que para usted significa Hausach, una localidad de escasos 6.000 habitantes, en plena Selva Negra alemana?

La presencia de la muerte es algo muy vivo en mis versos. Creo que ése es un anhelo muy español: vivir y saborear la vida tocando muerte

RESPUESTA. No tengo 'patria grande', así que tampoco hablaría de una 'patria chica'. Son los terruños humanos los que me inspiran y los que traduciría con una palabra muy alemana: Heimat. A veces, suelo hablar incluso de mi selvanegrino pueblo andaluz cuando me refiero a Hausach, mi aldea natal. A principios de los sesenta, a este peculiar lugar, llegaron unas treinta familias de Andalucía, casi todas de Málaga.

P. Cuéntenos un poco de esa historia.

R. Mis padres emigraron en 1960 y comenzaron a trabajar en una fábrica de sombreros. Habían previsto quedarse dos o tres años, pero nacimos nosotros, sus cuatro hijos. Con nosotros crecieron otras responsabilidades. Ante todo, el reto de una buena educación escolar. Fuimos a dos colegios: por la mañana, a un colegio alemán, y, por la tarde, a uno español. Mi niñez fue una casa de dos pisos. En el primero se hablaba el dialecto de la región selvanegrina de Kinzigtal, el alemánico, mientras que en el segundo la cultura era andaluza. Se podría decir que me he criado con, entre, y a pesar de dos mundos dispares... Para el niño fue una aventura, un gran juego; para el adolescente, un dilema vital, al no saber si era español o alemán, y, para el adulto, ya más maduro, una riqueza enorme: me nutro de dos lenguas, dos maneras de ser, dos formas de vivir. En el fondo creo que tengo dos madres... ¿Se podría decir matrias? Sí, matrias. Me gusta la palabra.

P. ¿Fue también éste el punto de partida de su escritura?

R. Sí, quise entender la textura rara que se llama Oliver. Cuando tenía 14 o 15 años me sentí muy solo con las preguntas provocadas por mi doble ser. Y, en la soledad, una simple hoja de papel y un lápiz se hacen cómplices de los sentimientos. Aunque, pensándolo bien, empecé a escribir antes de aprender el abecedario, por todo lo que viví desde chico: los versos que recitó mi madre, su gracia, las nanas que cantó -las de Lorca, por ejemplo-, el sentido del 'andaluz universal' que emigró y con el que me crié... Aparte, tenía mi entorno alemánico, un verdemar misterioso, el dialecto de esta región histórica, cuajao de imágenes. La decisión de vivir no sólo con mi poesía sino también de ella llegó durante mis estudios en la Universidad de Friburgo.

P. La crítica alemana, a veces, recurre a tópicos sobre lo que es España a la hora de describir su obra. ¿Qué hay de español en sus poemas?

R. Aparte de que hasta hoy día mantengo mi pasaporte español, llevo el ritmo del cante jondo en mis sentimientos. También la presencia de la muerte es algo muy vivo en mis versos. Creo que ése es un anhelo muy español: vivir y saborear la vida tocando muerte.

P. En sus libros más recientes cobran importancia otros temas: el amor y el erotismo, pero también las impresiones recabadas durante sus extensos viajes. ¿De lo local a lo global?

R. El amor y el erotismo me entregan la ternura y la pasión que necesito para escribir, mientras que lo global no me parece una categoría apropiada. Ya la inmigración laboral supuso el desembarco del mundo en mi pueblo de la Selva Negra, y lo mismo sucedió en toda Alemania, que se encontró con más de doce millones de trabajadores extranjeros que intervivieron en este país a lo largo de los últimos 50 años. La biculturalidad, el bilingüismo, o la másculturalidad, como yo la llamo, es el pulmón de este país.

P. El alemán, el español y el dialecto alemánico. ¿Cómo ha marcado el trilingüismo su poesía?

R. Falta el andaluz, que no es lengua pero sí cultura. El espacio de la tensión poética en mi obra es la síntesis de estos idiomas y su encuentro o desencuentro.

P. A diferencia de lo que sucede en sus primeros libros, en sus poemas más recientes ya casi no hay incisos en español.

R. Lo español ya se ha vuelto esencia de la lengua alemana que esbozo. Están mi pasado y su ritmo, y está el reto de mi presencia, que, de origen, no es alemana, pero que sí pretende vivir lo alemán e impulsar la evolución de su idioma. Alemania, hoy día, es también un poeta turco, griego, italiano o español, o, mejor dicho, la literatura escrita por éstos en lengua alemana. No soy un poeta alemán, pero sí un poeta en alemán.

P. Es evidente en estos textos la intención de explorar al máximo las posibilidades del idioma, reinventándolo hasta tal punto de que ya resulta casi imposible traducirlo al español. Sólo usted podría hacerlo, rescribiéndolos. ¿Lo hará un día?

R. Quizá, algún día, escribiré variaciones. No sé si podré traducirme como lo haría un traductor. Tendría la impresión de repetirme, por haber escrito ya lo que tenía que decir. Además, no quisiera traducirme sino seguir escribiéndome. Intento acercarme a una realidad cambiante que exige una lengua abierta, que mantenga el paso o vaya más allá aún: conceptos en movimiento, una relectura de su gramática y del sent:ido de sus palabras. Viéndolo así, es el poema quien me traduce, y yo digo mi poesía al alemán y, si es necesario, al español. Escribo en español cuando estoy en un país donde se hable la lengua de mis padres, pero prefiero el alemán por su incomparable fragilidad poética y la cicatrizada ternura que revela su profundidad. Toda poesía late en él. Encima (o debajo) de esta lengua encuentro aquella fuerza creadora que es un porvenir: la de construir palabras nuevas que apuntan (a) la paralelidad de nuestro tiempo. La lengua alemana une la poesía con la racionalidad filosófica. Es penoso que durante muchos años se haya menospreciado su energía poética.

P. Muchos de sus versos son muy herméticos. ¿Qué es más importante: comprender la idea detrás de un poema o percibir la sensación que transmite?

R. Toda lengua es hermética. Empezando por la palabra 'amor' y terminando por las sílabas inconfundibles de la 'muerte'. Me parecen importantes ambos aspectos: la filosofía y la poesía. El tras:verso, y su cuerpo visible y audible.

P. En sus lecturas públicas, usted recurre incluso al canto.

R. Un poema es una partitura. Hay que pronunciar y escuchar sus voces, hay que darles un espacio en el que se compruebe su veracidad, hay que cantarlas.

José F. A. Oliver.
José F. A. Oliver.

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