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'El lector debe participar'

Nacida en 1967 en Francfort del Meno y residente en Berlín desde 1987, Inka Parei ha escrito con La luchadora de sombras, su primer libro, un híbrido entre novela simbolista y thriller. Aclamada por la crítica, relata las peripecias de una joven mujer por un Berlín inhóspito a la busca de su vecina misteriosamente desaparecida.

PREGUNTA. Desde hace diez años se está esperando 'la novela berlinesa'. Imagino que usted no empezó a escribir con este propósito.

RESPUESTA. Imagina bien y me sorprende, porque suele darse casi por supuesto, ya que cuando escribí La luchadora de sombras, entre 1997 y 1998, Berlín era un tema realmente candente. Incluso se decía que se estaba perfilando una tendencia. Y si bien me enfrenté a la temática de la ciudad no estribó en ella mi interés principal. A mí me importaba la historia de estas dos mujeres, y para ello la ciudad se ofrecía como material para expresar lo que sucede dentro de los personajes.

P. Da la impresión de que la ciudad es la pantalla de proyección para la condición psíquica y anímica de la protagonista.

R. Son dos cosas que coinciden aquí. Por un lado, un estado psíquico determinado que catapulta a una persona hacia los márgenes de la vida social, y, por otro, la perspectiva narrativa que muestra el personaje desde fuera, porque con la distancia se recoge mejor el conjunto. Hay el intento de producir el estado de amenaza que no tiene un motivo real en el presente de la calle o de la casa, sino en el pasado, a través de la descripción y no a través de las afirmaciones del personaje acerca de su estado anímico. El lector quiere vivir lo que mueve al personaje en su interior y no que se lo expliquen.

P. En La luchadora de sombras se repiten dos opiniones, los hombres dicen que es una novela negra y las mujeres que es el cuadro psicológico de una mujer y de cómo vive en una ciudad.

R. Si uno trata el tema de la violación de una mujer, entonces hay que crear contrapesos. No convenía hacer un cuadro psicológico porque sería insoportable. A la hora de escribir, siempre se plantea la cuestión de cómo provocar una participación en el lector. La diversidad de aspectos no sólo se busca para atraer al lector, sino para hacer justicia a los personajes que enseguida cobran vida propia y uno quisiera encontrar la forma adecuada de representarlos. A todo esto se añade el factor estético, y los diversos contrapesos finalmente hacen que pueda haber dos recepciones distintas.

P. La protagonista es uno de los personajes femeninos más 'fuertes' de la narrativa alemana de los noventa. ¿La creó con la intención de presentar una imagen de mujer distinta?

R. Sería hipócrita afirmar que me acerqué ingenuamente al personaje. Sobre todo si a uno le interesa dar a conocer algo como una estética femenina, es importante no meter cuestiones ideológicas que son aburridas. Diría que es un tema que me ha interesado, pero no con exclusividad. Aunque resulta gratificante si al final ha salido un personaje que intenta ver las cosas como son y no apartar la mirada.

P. Desde el punto de vista de la escritura femenina, es una protagonista políticamente incorrecta; se comporta como un hombre y practica la violencia.

R. Me parecía importante en el contexto de la violencia exponer no sólo lo que supone sufrirla, sino también ejercerla. Para comprender el fenómeno en su totalidad no puedes mirar sólo desde el ángulo de la víctima. El personaje ha dado un paso moral al sentir lo que es noquear a alguien; nada bien. La historia va de una situación de carencia y la evolución que se inicia ahí.

La luchadora de las sombras. Inka Parei. Traducción de R. Gross y María E. Romero. El Acantilado. Barcelona, 2002. 206 páginas. 12 euros.

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