Un 'pichichi' en apuros
Irureta exige a Tristán que 'se cuide más' después de que el jugador protestase por su suplencia
Javier Irureta y Diego Tristán han vuelto a chocar, y esta vez con más estrépito que nunca. El máximo goleador de la pasada Liga aireó el pasado lunes su disgusto con el técnico por haberlo relegado al banquillo, e Irureta le replicó contraatacando. 'Lo que tiene que hacer es cuidarse', sentenció el entrenador. Irureta nunca había llegado tan lejos en sus reproches públicos a Tristán, con quien está molesto desde hace tiempo por los incesantes comentarios que recibe sobre la conducta privada del jugador.
La paciencia de Tristán, que sólo ha jugado dos partidos como titular desde el inicio de la campaña, se agotó tras el último partido de Liga contra el Madrid. No sólo se quedó en el banquillo, sino que en el tramo final del choque, cuando entró un segundo delantero para acompañar a Makaay, Irureta prefirió a Luque.
Tristán encontró el lunes la ocasión propicia para levantar la voz. Acudió a Madrid a recibir el trofeo Pichichi de la pasada campaña y allí dejó constancia de que se siente agraviado. 'Si no juego, es porque Irureta no quiere', declaró. 'No se me está tratando de la mejor manera'. El técnico le contestó de inmediato en Radio Marca, que organizaba el acto de entrega de trofeos, y dejó caer que el jugador no se cuida lo suficiente. Irureta y Tristán se vieron las caras ayer por la mañana en Riazor, donde el técnico no quiso dar detalles a la prensa de su conversación con el futbolista. 'Sí, hablamos, ¿y qué?', se limitó a responder Irureta, muy incomodado con el asunto. Pese al encontronazo, Tristán jugó de titular en el partido de Copa que el Depor disputaba anoche en Ferrol ante el Racing.
El delantero dice encontrarse en perfectas condiciones físicas, pero Irureta sostiene que no ha terminado de coger la forma después de haber empezado la pretemporada con varias semanas de retraso. Lo ocurrido durante el verano ya había enfurecido al técnico, porque el futbolista regresó de las vacaciones sin haberse curado de una lesión de tobillo que sufrió un mes antes, en el Mundial. Aunque Tristán lo niega rotundamente, Irureta siempre sospechó que no se había esforzado lo suficiente para recuperarse. Desde entonces, la racha goleadora de Makaay y las debilidades físicas que atribuye el entrenador al último pichichi le han condenado al ostracismo.
Cuando Irureta pide a Tristán que se cuide más, en sus palabras va implícita una carga de profundidad. El jugador arrastra fama de noctámbulo, sobre todo desde que hace tres años se divulgó un informe del que fuera secretario técnico del Madrid, José Martínez Pirri, desaconsejando su fichaje por ese motivo.
En A Coruña, una ciudad pequeña que es un hervidero constante de chismorreos sobre la vida privada de los futbolistas, Tristán no se ha esforzado mucho por deshacer su leyenda. A Irureta también le llegan esos comentarios y ya ha hablado con el jugador en más de una ocasión para reprenderle. Las ausencias a algunos entrenamientos, justificadas por molestias de última hora, no han hecho más que acrecentar las sospechas y el enfado del técnico. Durante la campaña anterior, Tristán capeó el temporal gracias a sus goles y su talento. Pero ahora es Makaay quien resuelve, e Irureta se ha puesto duro.
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