'Somos un partido conservador y democrático, como la CDU alemana'
'Si digo eso yo, me meten en la cárcel', bromeaba un jovial Recep Tayyip Erdogan la noche del domingo entre las risotadas de sus correligionarios en el cuartel general del Partido de la Justicia y el Desarrollo en Estambul. Uno de sus rivales políticos, el conservador Mesut Yilmaz, defendía en televisión el uso del velo o pañuelo islámico para las mujeres.
En la sede de los islamistas moderados turcos hay ambiente de victoria. Ningún símbolo religioso o político (aparte de los inevitables retratos del padre de la Turquía moderna, Mustafá Kemal Atatürk) rompe la modernidad del diseño. Las encuestas los sitúan en cabeza con más del 30% de la intención de voto. Gracias al carisma de su líder, un economista de 48 años nacido en un suburbio de la antigua Constantinopla que llegó a ser en 1994 alcalde de la mayor ciudad del Mediterráneo (15 millones de habitantes), sus partidarios confían en el triunfo del Partido de la Justicia y el Desarrollo, fundado hace poco más de un año. Horas antes de recibir a EL PAÍS, Erdogan había congregado el domingo a centenares de miles de seguidores en el mayor mitin celebrado hasta ahora en la campaña para las elecciones legislativas del domingo en Turquía.
Expulsado de la alcaldía en 1998 bajo la acusación de provocar el odio religioso por leer un poema islámico, Erdogan pasó cuatro meses en prisión y se halla inhabilitado para todo cargo público hasta 2004, a pesar de que la legislación por la que fue condenado quedó derogada por el Parlamento el pasado agosto. Si gana los comicios, como los sondeos predicen, sólo podrá ser un primer ministro en la sombra. Mientras, cultiva en la campaña su mejor imagen de turco moderno y se presenta al frente de un movimiento reformista, de un islamismo centrado pero sin nombre. Pero muchos turcos laicos dudan aún sobre un líder que no cesa de invocar a Alá en sus discursos ni de bendecir a la formidable masa que asiste a sus mítines con fervor religioso.
Pregunta. ¿Defiende la incorporación de Turquía a la Unión Europea, incluso sin una fecha cierta?
Respuesta. Nuestro partido está decidido a seguir por el camino que lleva a la UE. No nos plantea ningún problema. Después de las elecciones hablaremos con el resto de los partidos para buscar una base común para las negociaciones de adhesión. Y ésa será la postura que Turquía deberá llevar a la cumbre de Copenhague en diciembre. Insistiremos en contar con una fecha concreta , pero si no nos la dan tampoco será una catástrofe. Para nosotros entrar en la UE es cambiar de nivel de vida, en sentido económico, pero también en el de los derechos democráticos; y nuestro pueblo se lo merece.
P. ¿Y en cuanto a Grecia y Chipre?
R. Sin resolver el problema de Chipre, los problemas entre Turquía y Grecia tampoco tienen solución. Pero hay que dejar el asunto en las manos de Glafkos Clerides y Rauf Denktas . Proponemos el sistema de Bélgica : nos parece el modelo ideal.
P. Si su partido llega al poder ¿mantendrá el apoyo estratégico turco a EE UU en caso de ataque a Irak?
R. Vamos a esperar primero a la decisión de Naciones Unidas. Y en Estados Unidos no parecen aún decididos a atacar. En el plano internacional no hay una coalición como la que hubo en Afganistán. Tampoco está clara la situación en Turquía, donde todavía estamos pagando las consecuencias de intervenir en la guerra de 1991. Nuestra política general es que no queremos ni lágrimas, ni muertes, ni sangre. Y en Irak no se sabe con exactitud si hay armas químicas y nucleares. No queremos afrontar un conflicto de ese tipo.
P. ¿Piensa mantener el nivel de cooperación defensiva entre Turquía e Israel?
R. Nuestras relaciones con Israel van a seguir sin mayores problemas sobre la base de nuestros intereses nacionales. Pero el terror de Sharon tiene que terminarse.
P. Sin que figure claramente en su programa, su partido tiene una clara vertiente religiosa. ¿Lo considera como un movimiento equivalente a la democracia cristiana alemana?
R. Somos un partido conservador y democrático, como la CDU alemana, con la que tenemos muchas similitudes. Pensamos lo mismo en cuanto a la defensa de la familia y los valores tradicionales. Sin embargo, ellos muestran una enemistad hacia los extranjeros que nosotros no tenemos en absoluto.
P. En su campaña plantea una lucha a muerte contra la corrupción para acabar con los problemas sociales de Turquía.
R. La corrupción es la única causa de la pobreza en Turquía. En los últimos tiempos han quebrado aquí 21 bancos privados, con un coste para las arcas públicas de 22.000 millones de dólares. Y en los bancos públicos ocurre más o menos lo mismo. Si todo ese dinero se hubiese inyectado en la economía real, la crisis tendría ahora mucho menos impacto. Pero la corrupción ha vuelto a ser encubierta.
P. Usted defiende un 'cambio histórico', una 'reconstrucción nacional'. ¿Es partidario de cambiar la Constitución aprobada tras el golpe militar de 1980? ¿Qué papel deberían tener las Fuerzas Armadas?
R. Para cambiar la Constitución hay varios caminos: decretos, leyes, otras decisiones del Parlamento... Queremos utilizar la vía por la que podamos obtener resultados más rápidos.
P. ¿Y el Ejército?
R. No basta con hacer reformas, como las 49 leyes que han sido aprobadas , si luego no pueden aplicarse. Nuestra posición es no hacer cambios si no se pueden aplicar después. Yo mismo soy un buen ejemplo de esa situación. Se ha reformado el artículo 312 de Código Penal . Estuve en la cárcel por esa legislación que ya ha desaparecido. Pero ahora no puedo ser candidato a consecuencia de la condena. Y eso que en Turquía ha sido abolida hasta la pena de muerte.
Baño de multitudes
'¡Tayyip, basbakan!' (Tayyip, primer ministro). El rotor del helicóptero que traía al orador hasta el mitin no pudo silenciar el griterío. Decenas de miles. ¿Centenares de miles? Medio millón, según los organizadores. Había mucha, pero mucha gente de barrio de Estambul. Vestidos de domingo, lo aguardaban en la explanada de Zeytinburnu, entre la costa del Mármara y las murallas del emperador Justiniano, con banderines azules, blancos y amarillos de la bombilla encendida: el anagrama del Partido de la Justicia y el Desarrollo.'No es un sueño. Todo esto puede ser realidad si unimos nuestras fuerzas. Dios nos va a ayudar'. Al final de una intervención plagada de promesas, el público jaleaba sin cesar a Tayyip Erdogan, a quien incluso sus rivales políticos consideran uno de los mejores tribunos de la Turquía moderna. Grandes enseñas turcas, una gigantesca foto de Atatürk y miles de policías con tanquetas y cañones de agua enmarcaban el acto central de campaña de los islamistas moderados turcos. Ni banderas verdes ni suras del Corán al viento. Sólo un descarado culto a la personalidad del líder. Mayoría de velos y pañuelos, es cierto, pero también muchas mujeres con el pelo descubierto, casi ninguna barba y un servicio de orden en traje de corte italiano. La gente de Erdogan parece haber roto con el amaneramiento, entre beato y otomano, del ex primer ministro Necmettin Erbakan, que presenta a las elecciones el Partido de la Felicidad (islamista tradicional), con pocas posibilidades de superar el listón nacional del 10% de los sufragios y entrar en el Parlamento.
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