El conflictivo empeño de Roig

Desde el mismo momento en que el ex presidente del Valencia Paco Roig se empeñó, a principios de 1996, en remodelar el estadio de Mestalla, el proyecto acarreó un cúmulo de problemas. Frente a la oposición frontal del grupo de aficionados Salvem el València, que proponía un estadio nuevo, Roig se salió con la suya: una grandilocuente rehabilitación que fue encongiéndose con el paso de los días.

El proyecto inicial -un estadio de 70.000 espectadores y un presupuesto de 30 millones de euros-, acabó en mucho menos. Es decir, las actuales 52.000 plazas y un retraso considerable sobre los plazos pretendidos (Roig quería que estuviera listo a finales de 1996). El gasto es lo único que ha crecido: ya se han desembolsado cerca de 30 millones cuando la ampliación de la Tribuna -que prevé unos 900 nuevos asientos- todavía no ha sido autorizada. Las obras las lleva a cabo la empresa Cubiertas y Contratas, que fue la única oferta presentada.

Los técnicos del Ayuntamiento pusieron el freno al proyecto y rechazaron, entre otras cosas, la construcción de un gigantesco edificio de 180 metros de longitud y 20 plantas.

Roig presionó a la alcaldesa de Valencia, Rita Baberá, para que concediera las licencias. La amenazó con enviarle al Ayuntamiento a los 10.000 aficionados que esperaban convertirse en nuevos abonados del club con la rehabilitación.

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia afecta a unas 12.000 localidades nuevas, las correspondientes a la remodelación de la Grada de la Mar y a ambos fondos (el Gol Gran y el Gol Xicotet).

Construido en 1923 (con capacidad para 17.000 espectadores), y ampliado en 1940, 1955 y 1982, Mestalla está edificado sobre unos pilares de hormigón en un estado 'lamentable', según José Peris Frígola, ex consejero del Valencia. De hecho, el club ha tenido que eliminar la aluminosis, reforzar la parte vieja y rehacer los vestuarios.

El Ayuntamiento aprobó hace 15 días la edificación en Mestalla de un hotel de cinco estrellas y 120 habitaciones en la parte de la Avenida de Aragón. Y, sin embargo, Barberá anunció la semana pasada su intención de levantar un estadio municipal que compartirían el Valencia y el Levante. ¿Con qué carta se queda?