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Reportaje:

El 'annus horribilis' de la banca alemana

Las autoridades defienden la solvencia de las entidades pese a su descalabro en beneficios y Bolsa

Javier Moreno

La banca alemana está enferma. Las entidades germanas han tenido el peor comportamiento en Bolsa en lo que va de año de todo el mundo, si se excluye Argentina y Brasil. Alguno de los grandes bancos ha ganado en el trimestre menos que una caja de ahorros mediana en España. Las autoridades han tenido que desmentir una y otra vez los rumores de falta de liquidez.

Deutsche Bank ha perdido 22.000 millones de euros de valor en Bolsa desde que comenzó la crisis y el Commerzbank 9.700 millones de euros
Están pagando su alegre expansión hacia otros mercados y hacia la banca de inversión y el descuido de su negocio tradicional y doméstico

Los rumores de falta de liquidez en la banca alemana afectan tanto a entidades concretas, como de todo el sistema. 'La situación comienza a parecerse más a Japón', según fuentes financieras de Francfort. La comparación con Japón resulta inquietante. Es cierto que en la crisis nipona concurren circunstancias que no se dan en Alemania. Como el estallido de la burbuja inmobiliaria. O el hundimiento catastrófico de la Bolsa. Pero sí hay un factor comparable. En Japón, los bancos, agotados tras 10 años de crisis, no están en situación de tirar de la economía.

En Alemania comienza a suceder. Un tercio de empresarios pequeños y medianos afirma en una encuesta del Kreditanstalt für Wiederaufbau (un instituto de crédito oficial), dada a conocer esta semana, que en los últimos meses han tenido notables dificultades para obtener créditos.

Los datos lo prueban. En el segundo trimestre, el conjunto de la banca ha retirado del sistema 6.200 millones de euros. Es decir, los clientes entregaron a la banca más de lo que lograron en créditos. En el mismo periodo de hace tres años, la cifra fue de 11.000 millones, pero al revés. Los clientes lograron más crédito del que tuvieron que devolver: ahora son los propios bancos los que necesitan liquidez, de forma desesperada. Ya no se trata sólo de que las entidades financieras corran peligro. Se están convirtiendo en un riesgo para el resto de la economía.

'La gente sigue pensando que los bancos tienen inmensas cantidades de dinero', declaró Edmund Stoiber, presidente del Estado federado de Baviera y uno de los pocos políticos que habla en público de la crisis. 'Pero ya hace mucho tiempo que eso no es así'.

¿Qué está sucediendo con los grandes bancos alemanes? Hace 20 años, ocho de ellos figuraban entre los más grandes del mundo y eran columna vertebral del impresionante desarrollo industrial de Alemania en la posguerra. Hoy sólo tres siguen como entidades financieras independientes (Deutsche Bank, Commerzbank e HypoVereinsbank). El cuarto, Dresd-ner Bank, fue adquirido por Allianz, con resultados catastróficos para ambos. Y todos se tambalean. El resto ha desaparecido, se ha fusionado, o ha acabado en manos extranjeras, al igual que decenas de bancos más pequeños.

Olvido de lo esencial

Todas las fuentes consultadas coinciden en la explicación de esta crisis. Cegados a principios de los noventa por el despegue de las bolsas y el modelo angloamericano de banca de inversión, los bancos alemanes se lanzaron a comprar entidades en el extranjero. Deutsche Bank adquirió la británica Morgan Grenfell. Luego la estadounidense Bankers Trust. Dresdner compró Kleinwort Benson.

Y descuidaron la base de su negocio tradicional. Nadie se preocupó por racionalizar. Por reducir el número de filiales. Por ahorrar. Mientras en otros países la banca sufría una fuerte reestructuración, en términos de plantilla, de número de oficinas, y de fusiones (por ejemplo, en España), en Alemania todo seguía igual. Con 515 oficinas por millón de habitantes, el país se sitúa al frente de los principales países desarrollados. Los banqueros alemanes, además, se han mostrado incapaces de pactar fusiones. Todos los intentos fracasaron. 'Tenemos un tremendo problema estructural', dice Rolf Breuer, presidente de la patronal bancaria. 'Demasiadas filiales; hace mucho tiempo que necesitamos una drástica consolidación'.

Y de repente, hace dos años, el clima cambió. Los mercados se desplomaron. Las salidas a Bolsa se congelaron. La base del negocio de la banca de inversión sufrió un deterioro irreversible. Los bancos alemanes volvieron entonces la vista a su negocio tradicional. En casa. Lejos de los centros financieros de Londres y Wall Street. Y se encontraron un desastre.

Había que ahorrar. A toda velocidad. Desde principios de 2000 hasta el segundo trimestre de 2002, el Deutsche ha cerrado 374 sucursales. Le quedan 2000. Ha eliminado 13.856 puestos de trabajo (hoy tiene 84.455 empleados). Sus competidores han emprendido igual camino. Pero no es suficiente. Los resultados en el segundo trimestre, después de impuestos, han decepcionado: Deutsche (204 millones de euros); Dresdner (pérdidas de 1.015 millones); Commerzbank (pérdidas de dos millones); Hypo (185 millones).

O al menos, así lo creen los inversores. Deutsche Bank ha perdido 22.000 millones de valor en Bolsa desde el principio de la crisis. Ahora vale 29.500 millones. Peor está Commerzbank, que sólo vale 3.600 millones, tras haber perdido la impresionante cantidad de 13.300 millones. Y lo peor es la desorientación. Deutsche Bank ha cambiado tres veces en un año el plan general para su negocio tradicional.

Nadie sabe qué va a pasar. Según Edgar Meister, responsable de supervisión bancaria del Bundesbank, 'las dificultades que se han dado hasta ahora son casos aislados sin ninguna repercusión sobre el sistema financiero'. La mayoría de analistas, sin embargo, no está tan segura.

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