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Raimon, más de 40 años después

Tras casi un par de años de silencio público, Raimon reapareció en Barcelona, y lo hace en el Teatre Nacional de Catalunya con cuatro recitales presentados bajo el título Clàssics i no, basados en la interpretación de cerca de un par de docenas de textos musicalizados por él mismo de poetas catalanes medievales, desde Ausiàs March hasta Anselm Turmeda, pasando, entre otros, por Jordi de Sant Jordi, Joan Roís de Corella, Joan Timoneda, Bernat Metge, Francesc Eiximenis y Mossèn Estanya. Sin duda se trató de un gran acontecimiento artístico y cultural, en el que uno de nuestros pocos clásicos vivos, Raimon, recreaba obras de grandes clásicos de la literatura catalana medieval.

Ello adquiere particular relevancia cuando se produce después de 40 largos años de actividad artística de Raimon, desde que a finales de 1962 se dio a conocer en Barcelona, cuando llevaba ya algunos meses cantando en Valencia y muy pocos meses antes de la publicación de su primer disco, aquel en el que interpretaba sus primeras cuatro canciones, Al vent, La pedra, Som y A colps.

Con Raimon se viene cometiendo una injusticia como si su obra fuera coyuntural y del antifranquismo

En unos tiempos como los actuales, cuando la mal llamada industria de la cultura impone casi de forma planetaria unos productos absolutamente banales, inanes y triviales, de consumo masivo y sobre todo sumamente fugaz o efímero, resulta reconfortante encontrarse con personalidades artísticas como la de Raimon, cuya obra adquiere con el paso de los años cada vez mayor peso y entidad. Reescuchar la integral de la obra raimoniana constituye un ejercicio particularmente interesante en la actualidad, en estos tiempos de cuasi monopolio de Operación Triunfo, cuando el consumismo discográfico reduce la oferta poco menos que a productos como el Aserejé de Las Ketchup, el Ave María de David Bisbal y otras cancioncillas sin ninguna sustancia, sin ningún interés.

Con Raimon, al igual que con otros de nuestros mejores cantautores que se dieron a conocer durante las décadas de 1960 y 1970, se viene cometiendo una injusticia enorme, ya que desde sectores muy diversos, en ocasiones incluso desde posiciones aparentemente contrapuestas, se le ha querido encerrar en lo que el propio Raimon, con su fusteriana socarronería, ha dado en denominar 'el museo de la resistencia', como si la suya fuese una obra estrictamente coyuntural, explicable o justificable sólo bajo el prisma del antifranquismo.

Todavía hoy más de uno se sorprende al saber que Raimon ha musicalizado ya más de una treintena de textos de poetas, medievales, desde los antes ya citados hasta Valeri Fuster, Francí Guerau y Jaume Roig, aunque estos trabajos daten en bastantes casos de hace ya más de tres décadas. También hay quien parece querer ignorar que Raimon inició hace ya casi 40 años sus musicalizaciones de poemas de Salvador Espriu, de quien lleva recreados más de una veintena de textos, o que en 1965 compuso ya sus primeras canciones de amor, que hasta ahora han llegado a ser ya otra veintena de composiciones. Con una producción de poco más de dos centenares de canciones, esto quiere decir que más de un tercio de la obra de Raimon no tiene nada que ver con el antifranquismo, aunque no es menos cierto que éste, así como el testimonio, la denuncia social, la protesta política y la reflexión cívica ocupan una parte muy importante en la obra del cantautor de Xàtiva, en la que ya desde sus canciones más antiguas y hasta la actualidad aparecen asimismo temáticas muy diversas, desde un existencialismo juvenil -muy evidente en sus primeras cuatro canciones ya mencionadas y en otras como La nit, Perduts y otras- hasta la lucidez introspectiva, madura y serena de algunas de sus creaciones más recientes, como Animal d'esperances i memòria, Coneixement de l'obra y Soliloqui solipsista, por ejemplo.

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En una época en la que se nos impone la dictadura de la audiencia, entendida ésta siempre como la más vacua trivialidad, la obra de Raimon adquiere cada vez una dimensión mayor, como la de un auténtico clásico vivo, siempre actual. Actual incluso, por desgracia, con sus denuncias sociales, sus protestas políticas y sus reflexiones cívicas, que a la luz de la más reciente actualidad adquieren una vigencia renovada. Pero es injusto que se quiera encerrar a Raimon en 'el museo de la resistencia', porque la suya es una obra mucho más amplia y compleja de lo que algunos desearían que fuese. La obra de Raimon, como estos recitales suyos en el Teatre Nacional de Catalunya, es uno de los escasos referentes artísticos, culturales, éticos y cívicos que permanecen, a pesar de su silenciamiento y su marginación por parte de los grandes medios de comunicación.

Siempre solitario y al mismo tiempo solidario, Raimon sigue siendo nuestro gran resistente. Pero no sólo nuestro resistente antifranquista, sino resistente contra la banalidad, contra el discurso del pensamiento único, contra la inanidad de lo políticamente correcto. Más de 40 años después de sus primeras actuaciones, Raimon sigue estando ahí, con toda su ejemplaridad.

reflexión cívica ocupan una parte muy importante en la obra del cantautor de Xàtiva, en la que ya desde sus canciones más antiguas y hasta la actualidad aparecen asimismo temáticas muy diversas, desde un existencialismo juvenil -muy evidente en sus primeras cuatro canciones ya mencionadas y en otras como La nit, Perduts y otras- hasta la lucidez introspectiva, madura y serena de algunas de sus creaciones más recientes, como Animal d'esperances i memòria, Coneixement de l'obra y Soliloqui solipsista, por ejemplo.

En una época en la que se nos impone la dictadura de la audiencia, entendida ésta siempre como la más vacua trivialidad, la obra de Raimon adquiere cada vez una dimensión mayor, como la de un auténtico clásico vivo, siempre actual. Actual incluso, por desgracia, con sus denuncias sociales, sus protestas políticas y sus reflexiones cívicas, que a la luz de la más reciente actualidad adquieren una vigencia renovada. Pero es injusto que se quiera encerrar a Raimon en 'el museo de la resistencia', porque la suya es una obra mucho más amplia y compleja de lo que algunos desearían que fuese. La obra de Raimon, como estos recitales suyos en el Teatre Nacional de Catalunya, es uno de los escasos referentes artísticos, culturales, éticos y cívicos que permanecen, a pesar de su silenciamiento y su marginación por parte de los grandes medios de comunicación.

Siempre solitario y al mismo tiempo solidario, Raimon sigue siendo nuestro gran resistente. Pero no sólo nuestro resistente antifranquista, sino resistente contra la banalidad, contra el discurso del pensamiento único, contra la inanidad de lo políticamente correcto. Más de 40 años después de sus primeras actuaciones, Raimon sigue estando ahí, con toda su ejemplaridad.

Jordi García Soler es periodista.

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