Lagardère adquiere las editoriales de Vivendi por 1.023 millones

El grupo Lagardère -principal accionista de las editoriales del grupo Hachette y también implicado en la aeronáutica (EADS) o en la electrónica de defensa (Matra)- ha adquirido las editoriales de Vivendi Universal Publishing (VUP), exceptuada la estadounidense Houghton Mifflin, por 1.025 millones de euros. Para Hachette eso supone hacerse con el control del 80% de la edición escolar en Francia así como con el 70% de la distribución editorial.

Para evitar una denuncia ante los tribunales francés y europeo que regulan la competencia, Jean Luc Lagardère y su hijo Arnaud efectúan la compra a nombre de Natexis Banques Populaires, sociedad que se ocupará de desprenderse de las marcas que pudieran justificar el recurso por 'abuso de posición dominante'. En cualquier caso tres editores independientes -Gallimard, Seuil y La Martinière- ya han hecho pública su decisión de cuestionar la legalidad de la compra.

VUP, que necesita dinero en efectivo para hacer frente a sus deudas y a la ofensiva de Vodafone sobre su sociedad (Cegetel) de telefonía móvil, vende a Hachette editoriales prestigiosas: los diccionarios de Larousse y Le Robert, la edición escolar de Bordas, Nathan y Retz, las colecciones universitarias, así como un número importante de firmas de literatura general como Plon o Robert Lafont. Al mismo tiempo se desprende de sus marcas de libros de bolsillo y de las que tenía en diversos países, como España (Anaya), Argentina (Aique), Brasil (Atica y Scipione) o Reino Unido (Harrap).

VUP representa un grupo con un volumen de negocio del orden de los 2.450 millones de euros frente a Hachette cuyo peso era de 846 millones y un resultado neto de más de 40 millones de beneficio en 2001. La suma de VUP y Hachette hace que la siguiente firma editorial francesa -Gallimard con 253 millones de negocio- sea 10 veces más pequeña que el gigante resultante de la conflictiva compra.

Había otros dos candidatos a la adquisición de VUP: Paribas, que aparecía asociado a varios fondos de inversión estadounidenses y a cuatro pequeños editores franceses, y la banca Lazard, también asociada a fondos de pensión. Si la balanza se ha inclinado del lado de Lagardère se debe a que su oferta era la mejor -parece que Paribas apenas superaba los 800 millones, mientras Lazard se interesa sobre todo por Hougthon Mifflin- y la que contaba con un sustancial respaldo político pues el presidente Chirac, en nombre de la 'excepción cultural', había manifestado su inquietud ante la posibilidad de que ciertos nombres ilustres de VUP hubieran podido caer en manos de los fondos de pensiones.Lagardère ha declarado que quería 'preservar y desarrollar el patrimonio cultural francés' así como 'favorecer la creación respetando la independencia de quienes, grandes, medianos y pequeños editores, contribuyen con su pluralidad y diferencias a la riqueza de nuestra cultura nacional'. El ministro de Cultura, Jean Jacques Aillagon, sitúa la compra 'dentro de una tendencia a la concentración en la edición'. Para el independiente Antoine Gallimard 'es preocupante que un editor-distribuidor controle el 70% del mercado'.